lunes, 17 de diciembre de 2012

En la Antigüedad el universo tenía una forma y un centro; su movimiento estaba regido por un ritmo cíclico y esa figura rítmica fue durante siglos el arquetipo de la ciudad, las leyes y las obras. El orden político y el orden del problema, las fiestas públicas y los ritos privados -y aun la discordia y las transgresiones a la regla universal- eran manifestaciones del ritmo cósmico.Después, la figura del mundo se ensanchó: el espacio de hizo infinito o transfinito; el año platónico se convirtió en sucesión lineal, inacabable; y los astros dejaron de ser la imagen de la armonía cósmica.Se desplazó el centro del mundo y Dios, las ideas y las esencias se desvanecieron. Nos quedamos solos. Cambió la figura del universo y cambió la idea que se hacía el hombre de sí mismo; no obstante, los mundo no dejaron de ser el mundo, ni el hombre los hombres. Todo era un todo. Ahora el espacio se expande y disgrega; el tiempo se vuelve discontinuo; y el mundo, el todo, estalla en añicos. Dispersión del hombre, errante en un espacio que también se dispersa, errante en su propia dispersión. En un universo que se desgrana y se separa de sí, totalidad que ha dejado de ser pensable excepto como ausencia o colección de fragmentos heterogéneos, el yo también se disgrega. No es que haya perdido realidad ni que lo consideremos como una ilusión. Al contrario, su propia dispersión lo multiplica y lo fortalece. Ha perdido cohesión y ha dejado de tener un centro, pero cada partícula se concibe como un yo único, más cerrado y obstinado en sí mismo que el antiguo yo. La dispersión no es pluralidad sino repetición: siempre el mismo yo que combate ciegamente a otro yo ciego. Propagación, pululación de lo idéntico.

O. Paz
"Una comunidad creadora sería aquella sociedad universal en la que las relaciones entre los hombres, lejos de ser una imposición de la realidad exterior, fuesen como un tejido vivo, hecho de la fatalidad de cada uno al enlazarse con la libertad de todos. Esa sociedad sería libre porque, dueña de sí, nada excepto ella misma podría determinarla; y solidaria porque la actividad humana no consistiría, como hoy ocurre, en la dominación de unos sobre otros (o en la rebelión contra ese dominio), sino que buscaría el reconocimiento de cada uno por sus iguales o, mas bien, por sus semejantes. La idea cardinal del movimiento revolucionario de la era moderna es la creación de una sociedad universal que, al abolir las opresiones, despliegue simultáneamente la identidad o semejanza original de todos los hombres y la radical diferencia o singularidad de cada uno."  

O. Paz



viernes, 14 de diciembre de 2012

AMANITA MUSCARIA: LOS FUNDAMENTOS DEL CIELO



El soma, ese narcótico divino de la antigua India, conquistó un lugar privilegiado en las ceremonias mágico-religiosas de los arios que, hace 3500 años, bajaron del norte hacia el valle del Indo, donde propagaron su culto. Los invasores adoraban al sagrado intoxicante y bebían extractos de amanita en sus rituales. Mientras que la mayor parte de plantas alucinógenas fueron consideradas como simples mediadores con lo divino, el soma se reconoció como un dios por sí mismo. Una antigua tradición hindú, recogida en el Rig-Veda (el libro más antiguo de los Vedas), afirma que “Parjanya, el dios del trueno, fue el padre del soma” (Indra)

“Entra al corazón de Indra, receptáculo de soma, como ríos que entran al océano, tú que complaces a Mitra, Varuna, Vayu, ¡oh fundamento del cielo!”
   “Padre de los dioses, progenitor de la fuerza vital, fundamento del cielo, fundación de la tierra”.  (himnos del Rig-Veda)

De los más de mil himnos sagrados que componen el Rig-Veda, 120 están dedicados exclusivamente al soma. Pero el culto fue reprimido, y la planta, originalmente tan sagrada, cayó en el olvido; otras plantas sin o con pocas sustancias psicoactivas, tomaron su lugar. No obstante, la identidad del soma permaneció como uno de los enigmas de la etnobotánica por más de 2000 años. Sólo en 1968 estudios interdisciplinarios demostraron con pruebas contundentes que el narcótico sagrado de los antiguos hindúes era un hongo: Amanita Muscaria. La Amanita Muscaria es tal vez el más antiguo de los alucinógenos y probablemente también el más utilizado.

El uso peculiar de la Amanita Muscaria como alucinógeno está documentado desde 1730. Fue entonces cuando un oficial militar sueco, quien estuvo 12 años en Siberia como prisionero de guerra, informó que en algunas tribus de la región de los chamanes empleaban la amanita como un intoxicante. Este uso persistió entre algunos grupos ugrofineses desperdigados en Siberia. Algunas tradiciones sugieren que otros grupos en esta vasta región boreal también ingirieron el hongo.
Una leyenda Koryak habla de un héroe, Gran Cuervo, que capturó una ballena y luego fue incapaz de regresar un animal tan pesado al mar. El dios Vahiyinin (Existencia) le dijo que comiera espíritus de wapaq para conseguir la fuerza que necesitaba. Vahiyinin escupió sobre la tierra y brotaron pequeñas plantas blancas: los espíritus de wapac.
Una vez que comió wapac, gran cuervo se volvió sumamente fuerte, y suplicó: “Oh, wapac!, crece por siempre en la tierra”. Después de lo cual ordenó a su gente aprender lo que wapac podía enseñarles. Wapac es la amanita, el regalo de Vahiyinin.
Las tribus de Siberia que comían estos hongos no conocían otros intoxicantes hasta que los rusos introdujeron el alcohol. Secaban los hongos al sol y se los comían, solos o en un extracto con agua, con leche de reno o con el jugo de varias plantas dulces. Cuando el hongo se comía en estado sólido, se humedecía primero en la boca, o bien, una mujer no dejaba de ensalivarlo hasta formar una bolita húmeda, como una píldora, que el hombre se comía. El uso ceremonial de la amanita desarrolló la práctica ritual de beber la orina, ya que estas tribus aprendieron que los principios psicoactivos del hongo pasan sin ser metabolizados por el cuerpo o en forma de metabolitos todavía activos, lo cual es poco usual con relación con los compuestos alucinógenos de las plantas. Uno de los primeros informes refiere que los Koryak “vierten agua sobre algunos hongos y los hierven. Luego beben este licor y se intoxican; lo más pobres que no tienen los medios para acopiar los hongos, se apostaban alrededor de las tiendas de los ricos buscando la oportunidad en que los invitados salían para orinar, y sosteniendo un recipiente de madera recogían la orina. Después la bebían , y como conservaba parte de las virtudes de los hongos, lograban intoxicarse también”
Definitivamente el Rig-Veda hace referencia a este ritual del soma, en que se bebía la orina: “los hombres hinchados orinan el soma que fluye. Los señores, con las vejigas hinchadas, orinan el soma con rápidos movimientos”. Los sacerdotes que personificaban a Indra y Vayu, habiendo bebido soma en la leche, orinaban soma. En lo poemas védicos, orina no es un término ofensivo sino una metáfora de carácter noble para describir la lluvia: la bendición de la lluvia se compara a un torrente de orina y las nubes fertilizan la tierra con su orina.
Cuando la intoxicación con amanita es fuerte, los sentidos se trastornan, los objetos circundantes aparecen como si fueran muy grandes o muy pequeños, y hay alucinaciones acompañadas de movimientos espontáneos y convulsiones. “hasta donde pude darme cuenta, los ataques de gran animación  se alternan con momentos de profundas depresiones. Las personas intoxicadas con amanita se sientan calmadamente, se mecen de lado a lado e, incluso, toman parte en conversaciones con su familia. De pronto, sus ojos se dilatan, comienzan a gesticular convulsivamente, a sostener conversaciones con otras personas que supuestamente ven, cantan y bailan. Luego viene otro intervalo de descanso.”
Al parecer, la amanita se empleó con fines alucinógenos en Mesoamérica; es una planta silvestre en las zonas altas del sur de México y de Guatemala. Los mayas de las tierras altas de Guatemala, por ejemplo, conocían las propiedades especiales de Amanita muscaria, pues la llaman kakuljá-ikox (hongo del rayo) y la relacionan con uno de sus dioses: Rajaw Kakuljá, el señor del rayo. Es precisamente este dios el que gobierna a los chacs, duendes que traen la lluvia, que ahora se conocen por su  designación cristiana como angelitos. El nombre quiché de la Amanita muscaria, Kakul o Kakuljá, se refiere a su origen legendario, mientras que el término itzelocox, se refiere a su poder sagrado como “un hongo malo o diabólico”. Tanto el rayo como el trueno han sido asociado en muchas culturas, desde la antigüedad, con los hongos, en especial con la Amanita muscaria. “De cualquier forma, los maya-quiché sabían evidentemente que la Amanita muscaria no es un hongo como todos los demás, sino que está relacionado con los sobrenatural.”
Los primeros pobladores de América vinieron de Asia (esto nos dice la teoría científica, de todos modos, hay relaciones entre las culturas asiáticas y las americanas), cruzando lentamente el estrecho de Bering. Los antropólogos han encontrado muchos rasgos culturales en América relacionados con las culturas asiáticas. Descubrimientos recientes han revelado vestigios de importancia mágico-religiosa que la amanita ha conservado en las culturas norteamericanas. Hay datos indiscutibles acerca del uso de la amanita como alucinógeno entre los dogrib athabascan, que viven en las montañas Mackenzie al noroeste de Canadá. Estos grupos indígenas utilizan la Amanita muscaria como un sacramento en sus prácticas chamánicas. Un joven neófito informó que el chamán lo había “arrebatado”: “yo no tenía voluntad, ni poder sobre mi mismo. No comía, no dormía, no pensaba (…) ya no estaba yo en mi cuerpo”. Después de una sesión posterior, escribió: “Purificado y madura para la visión, me levanto, una rebosante bola de semillas en el espacio (…) he cantado la melodía que hace añicos las estructuras. Y la melodía que deshace el caos, y he sangrado (…) he estado con los muertos y he asaltado el laberinto”.
Recientemente se ha descubierto que los indígenas Ojibwa que habitan en las orillas del Lago Superior (Michigan) utilizan la Amanita muscaria en sus rituales: el hongo desempeña el papel de un alucinógeno sagrado en una ceremonia tradicional celebrada cada año; el hongo se llama oshtimisk wajash-kwedo (hongo de cabeza roja).


miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ciencia y Conocimiento Arcaico (1era parte)



Asegura el neoplatónico Porfirio, que en los MISTERIOS se enseñaba y comentaba la
filosofía de Platón. Muchos han puesto en tela de juicio y aun han negado los
misterios; y Lobeck, en su Aglaophomus, llega al extremo de decir que estas sagradas
ceremonias sólo servían para cautivar la imaginación. ¿Cómo Atenas y Grecia hubieran
acudido durante más de veinte siglos cada cinco años a Eleusis, si los misterios fueran
farsa religiosa? Agustín, obispo de Hipona, declara que las doctrinas neoplatónicas son
las esotéricas y originales doctrinas de los primeros discípulos de Platón, y diputa a
Plotino por un Platón resucitado. También explica los motivos que tuvo el gran
filósofo para encubrir el sentido interno de sus enseñanzas.


Respecto de los Mitos, declara Platón en el Gorgias y en el Phœdon que son vehículos
de grandes verdades muy dignas de aprender; pero los comentadores conocen tan poco
al gran filósofo que se ven obligados a confesar que no saben dónde “termina lo
doctrinal y empieza lo mítico.” Platón desvanecía la popular superstición de la magia y
los demonios, y enunciaba las exageradas ideas de su tiempo en teorías racionales y
concepciones metafísicas que tal vez no se acomoden al método de raciocinio inductivo
establecido por Aristóteles...


Platón llama epopteia, o visión personal, la perfecta contemplación de lo aprendido
intuitivamente o sean las verdades é ideas absolutas. También considera la coronación
como símbolo de la autoridad recibida de los instructores para conducir a otros a la
misma contemplación. El quinto grado es la mayor felicidad terrena y, según Platón,
consiste en asimilarse a la totalidad, tanto como cabe en los seres humanos.


Reconoce la ciencia moderna que las leyes superiores de la naturaleza asumen la
forma de enunciado cuantitativo. Esto es quizás una más explícita afirmación de la
doctrina pitagórica. Los números se consideran como la mejor representación de las
leyes de armonía que regulan el Cosmos. Sabemos que la teoría atómica y las leyes de
combinación están hoy, por decirlo así, arbitrariamente definidas por números. W.
Archer Butler dice a este propósito: “El mundo es, en todas sus partes, una aritmética
viva en su desarrollo y una verdadera geometría en su reposo.”


ALQUIMISTAS:  De Al y Chemi, el fuego o dios Kham de que tomó nombre el
Egipto. Los rosacruces medioevales como Roberto Fludd, Paracelso, Tomás Vaughan
(Eugenio Filaleteo), Van–Helmont y otros, fueron alquimistas que buscaban el espíritu
oculto en la materia inorgánica. Muchos han acusado a los alquimistas de charlatanería
y presunción; pero no cabe tratar de impostores y mucho menos de insensatos a
hombres como Rogerio Bacon, Agrippa, Enrique Kunrath, y el árabe Geber, el primero
que reveló en Europa algunos secretos químicos. Los sabios de hoy reedifican las
ciencias físicas sobre la base de la teoría atómica de Demócrito, restablecida por John
Dalton, sin recordar que Demócrito de Abdera era alquimista de talento bastante para
profundizar los secretos de la naturaleza y llegar a ser filósofo hermético. Olaus
Borrichias dice que el origen de la Alquimia se pierde en remotísimos tiempos.



DACTYLOS (daktulos, dedo): Nombre dado a los sacerdotes consagrados al culto de
Kybelê (Cibeles). Algunos arqueólogos derivan este nombre de dàctuloç, dedo, porque
los dactylos eran diez, como los dedos de las manos, pero no consideramos correcta
esta hipótesis.


ESENIOS: De asa, el que sana. Secta de judíos que, según Plinio, vivieron cerca del
mar Muerto per millia sœculorum, durante miles de siglos. Han supuesto algunos si
serían fariseos ultrarradicales, y otros, lo que parece más cierto, los tienen por
descendientes de los benim–nabim de la Biblia, o sean los kenitas y nazaritas. Tenían
muchas ideas y prácticas budistas, y es digno de mención que los sacerdotes de la Gran
Madre en Éfeso, la Diana–Bhavani de múltiples pechos, llevaban también este nombre.
Eusebio y De Quincey dicen que eran los cristianos primitivos y esto es muy probable.
El título de hermano, usado en la Iglesia primitiva, es de origen esenio. Constituían una
comunidad o koinobión análoga a la de los primeros conventos. Conviene advertir que
únicamente los saduceos o zadokitas, la casta sacerdotal y sus partidarios, perseguían
a los cristianos, pues los fariseos eran por lo general indulgentes y con frecuencia se
declaraban a favor de aquéllos. Jaime el justo fué fariseo hasta su muerte; pero Pablo,
o Aher, fué tenido por hereje.


FAKIRES: Devotos religiosos de la India. Están generalmente adscritos a las pagodas
brahmánicas y siguen las leyes de Manu. Van desnudos con sólo un faldellín de lino, llamado dhoti, en la cintura. Llevan el pelo muy largo, y en él guardan como si fuera bolsillo la pipa, la flauta llamada vagudah, cuyo sonido entorpece catalépticamente a las serpientes, y el bambú de siete nudos. Esta vara mágica la recibe el fakir de su guru el día de la iniciación, con los tres mantras que le comunica al oído. Ningún fakir prescinde de esta poderosa insignia de su profesión, por cuya divina virtud obran prodigiosos fenómenos36. El fakir brahmánico es completamente distinto de los mendigos musulmanes de la India, también llamados fakires en algunos puntos del territorio británico.


HERMÉTICO: De Hermes, dios de la Sabiduría, adorado en Egipto, Siria y Fenicia
con los nombres de Thoth, Tat, Adad, Seth y Satán, y en Grecia con el de Kadmos.
Los kabalistas lo identifican con Adam Kadmon, primera manifestación del Poder
Divino, y con Enoch. Hubo dos Hermes: el Trismegistus, y el amigo é instructor de Isis y
Osiris, segunda emanación o “permutación” de sí mismo. Hermes y Mazeo son los
dioses de la sabiduría sacerdotal.




HIEROFANTE: Revelador de enseñanzas sagradas. Llevaba este título el jefe de los
Adeptos, que en las iniciaciones explicaba los arcanos a los neófitos. En hebreo y caldeo
se le llamaba Pedro, que significa el que abre o descubre. De aquí que el Papa, como
sucesor del hierofante de los antiguos misterios, ocupe la pagana silla de “San Pedro”.
El odio de la Iglesia católica a la alquimia y ciencias ocultas y astrológicas, se explica
porque tales conocimientos eran antes prerrogativa del hierofante o representante de
Pedro, quien guardaba los misterios de vida y muerte. Bruno, Galileo, Kepler y
Cagliostro se opusieron a las pretensiones de la Iglesia y por ello perdieron la vida.
Toda nación tuvo misterios y hierofantes. Los judíos tenían su Pedro, Tanaim o
Rabino, como Hillel, Akiba38, y otros cabalistas famosos, únicos que podían comunicar
los terribles secretos de la Merkaba. En India hubo y hay diseminados por las
principales pagodas muchos hierofantes, conocidos con el nombre de brahmatmas. En
el Tíbet el principal hierofante es el Dalay o Taley– Lama de Lha–ssa39. Entre las
naciones cristianas sólo los católicos han conservado esta pagana costumbre en la
persona del Papa, aunque han desfigurado tristemente la majestuosa dignidad de tan
sagrado cargo.


INICIADOS: Los que en la antigüedad aprendían en los Misterios los secretos
conocimientos de boca de los hierofantes. En nuestros días, los aleccionados por los
adeptos a la mística doctrina de las ciencias del misterio, que a pesar de los siglos
transcurridos, tienen pocos, pero verdaderos devotos.


MÁGICO: Antiguamente era título de nombradía y distinción, pero hoy se ha
corrompido su verdadero significado. En otro tiempo fué sinónimo de honroso,
respetable, instruido y docto. El clero ha convertido este título en epíteto degradante
que el vulgo supersticioso aplica a los brujos embusteros, impostores y charlatanes
que “venden el alma al diablo” y abusan de sus facultades psíquicas, sin advertir que
Moisés fué mágico y al profeta Daniel se le llamó “príncipe de los magos, de los
encantadores y agoreros”. La palabra mágico se deriva etimológicamente de magh, mah o mahâ que significa grande y se aplicó a los sacerdotes versados en la ciencia esotérica.





MAGO: Palabra derivada de Mag o Maha, que significa grande. El Mahatma (gran
alma) tenía en la India sacerdotes en los tiempos prevédicos.
Los magos eran sacerdotes del fuego, en Asiria, Babilonia y Persia. Los tres reyes
magos que, según se dice, ofrecieron al niño Jesús oro, incienso y mirra, adoraban al
fuego y eran también astrólogos, pues vieron la estrella de Belén. Al Sumo sacerdote
parsi, residente en Surat, se le llama Mobed, palabra que algunos derivan de Megh o
Meh–ab y significa grande y noble. Según Kleuker, a los discípulos de Zoroastro se les
llamó meghestom.



MANTICISMO: Frenesí mántico o estado en que se actualiza el don de profecía,
sinónimo de manticismo, pues tan honroso es el título de mántico como el de profeta.
Pitágoras y Platón lo tuvieron en mucha estima y Sócrates aconsejó a sus discípulos el
estudio del manticismo. Los Padres de la Iglesia, que tan severamente condenaron el
frenesí mántico de los sacerdotes paganos y de las pitonisas, no tuvieron reparo en
aprovecharse de él para sus fines particulares. Los montanistas42 emulaban a los
manteis o profetas. El autor de la obra Profecías antiguas y modernas, dice que
Tertuliano, San Agustín y los mártires de Cartago estuvieron dotados de frenesí
mántico y que los montanistas se parecían a las bacantes en el salvaje entusiasmo que
caracterizaba, sus orgías.
Mucho discrepan las opiniones en lo concerniente al origen de la palabra manticismo.
En tiempos de Melampo, rey de Argos, floreció el famoso vidente Mantis de cuyo
nombre se derivaría la palabra, pero también pudo arrancar de la profetisa Manto, hija
del profeta de Tebas.
Cicerón define el don de profecía o frenesí mántico, diciendo que en lo más recóndito de la mente está ocultamente recluida la profecía divina, el divino impulso cuya
actuación parece furor, frenesí y locura.
Sin embargo, es posible que la palabra mantis tenga mucho más antigua etimología,
no advertida por los filólogos, pues las dos copas empleadas en los ritos del misterio
Soma, denominadas conjuntamente grahâs, se llamaban cada una de por sí sukra y manti.
En esta copa manti se dice que “despierta Brahmá”. Al beber sobriamente un sorbo
del sagrado zumo, el “espíritu” de Brahmá, personificado en el dios Soma,
se infunde en el cuerpo del iniciado y se posesiona de él. De aquí el éxtasis, la clarividencia
 y el don de profecía. El Soma estimula dos linajes de adivinación: la natural y la artificiosa.
La copa sukra despierta las congénitas cualidades del hombre, e identifica el alma con el espíritu que,
por ser de naturaleza divina, conoce lo futuro representado en sueños, visiones
y presentimientos. El manti o zumo contenido en la copa mantis “despierta a Brahmâ”,
es decir, comunica al alma no sólo con los dioses menores, sino también con la suprema esencia
divina. El alma recibe iluminación directamente irradiada de la presencia de su “dios”;
pero como queda ignorante de lo que únicamente saben los cielos, le acomete al iniciado una especie de frenesí, del que, al recobrarse, sólo recuerda cuanto se le permite recordar. Respecto a los adivinos o profetas que abusan de sus facultades para hacer de ellas un modo de vivir, dícese que están poseídos de un gandharva, divinidad escasamente venerada en la India.


MANTRA: Palabra sánscrita equivalente a “nombre inefable”. Cantados con la
entonación prescrita en el Atarva–Veda producen algunos mantras instantáneo y
maravilloso efecto. Generalmente, es el mantra una plegaria a los dioses y potestades
celestiales, según enseñan los libros brahmánicos de acuerdo con Manú; pero también
suele ser una fórmula mágica. En sentido esotérico, la frase mística o palabra del
mantra es el vâch de los brahmanes. En sentido literal, significa el mantra la revelación
directa y divina (sruti) de los libros sagrados.


MAZDEÍSTAS: De Ahura–Mazda. Nombre dado a los antiguos persas que
adoraban a Ormazd y prohibían el culto de las imágenes. De los mazdeístas tomaron
los judíos el horror que tuvieron a toda representación plástica de la Divinidad. Según parece, en tiempo de Herodoto prevalecieron contra ellos los magos y sus prosélitos, entre quienes se cuentan con toda probabilidad los parsis y geberines a que alude el Génesis. Por una extraña confusión etimológica identifican algunos eruditos a Zoroastro con Zarathustra.


MISTERIOS: En. griego teletai (perfección) y por analogía teleuteia (muerte). Eran
reglas secretas que desconocían los profanos y los no iniciados. Por medio de
representaciones dramáticas y otros procedimientos se enseñaba en los misterios el
origen de las cosas, la naturaleza del espíritu humano, sus relaciones con el cuerpo y el
modo de purificarse para alcanzar la vida superior. Por el mismo método se enseñaban
las ciencias naturales, la medicina, la música y la adivinación. El juramento hipocrático
no era más que una obligación mística. Hipócrates fué sacerdote de Asclepios y algunas
de sus obras vieron fortuitamente la luz pública. Los asclepiadeos estaban iniciados en
el culto de la serpiente de Esculapio, como las bacantes en el de Dionisio, y ambos ritos
quedaron con el tiempo incorporados a los misterios de Eleusis. Más adelante
hablaremos con mayor extensión de los Misterios.


PITONISA: Al definir Webster esta palabra, sale muy pronto del paso diciendo que
era la mujer que daba los oráculos en el templo de Delfos y, por extensión, toda mujer
que presuma de adivina, como por ejemplo las brujas y hechiceras. Esta definición es
inexacta, apasionada é injusta.
Según Plutarco, Jámblico, Lamprías y otros filósofos, las pitonisas eran jóvenes
delicadamente sensibles, de costumbres puras y familia humilde, que estaban adscritas
a su respectivo templo, donde se les destinaba habitación rigurosamente aislada del
mundo, en la que sólo podían entrar los sacerdotes y los videntes; de modo que la vida
de las pitonisas superaba en ascetismo a la de las actuales monjas de clausura. Para
ejercer su ministerio se sentaba la pitonisa en un trípode de bronce, colocado sobre una
grieta del suelo que comunicaba con un subterráneo, en donde se quemaban ciertas
drogas cuyos vapores subían por la grieta hasta envolver a la pitonisa en una atmósfera
excitante que determinaba el frenesí mántico; y en tal estado daba el oráculo. También
llamaban a la pitonisa ventrilocua vates o sea profetisa ventrilocua.
Los brahmanes colocaban la conciencia astral (yuch') en el ombligo, y lo mismo
creyeron Platón y otros filósofos. El versículo cuarto del segundo himno del
Nâbhânedishtha dice así: “Oíd, ¡oh hijos de los dioses!, al que habla por su ombligo
(nâbhâ) y os saluda en vuestras viviendas”. Muchos orientalistas convienen en que ésta
es una de las más antiguas creencias induistas. Los modernos fakires, lo mismo que los antiguos gimnósofos, concentran su pensamiento en el ombligo y permanecen inmóviles
en la contemplación para identificarse con Âtmân y unirse a la Divinidad.
El moderno sonambulismo también considera el ombligo como “el círculo del sol y
asiento de la divina luz interna”49. Muchos sonámbulos ven, oyen y huelen por el
ombligo, y esto no es simple coincidencia con las primitivas prácticas, sino prueba
evidente de que los sabios antiguos superaban a los modernos académicos en
conocimientos de psicología y fisiología. Hoy día los hipnotizadores persas, a quienes
el vulgo sigue llamando magos, manipulan sobre el ombligo para ponerse en estado de
clarividencia y responder a las consultas que las gentes les hacen sobre robos, objetos
perdidos y asuntos de intrincada resolución. Dice un traductor del Rig Veda que los
modernos parsis creen que los adeptos de su religión tienen en el ombligo una llama,
cuyo resplandor disipa toda obscuridad y les muestra las cosas lejanas del mundo físico
y las invisibles del mundo espiritual. Llaman a esta llama la lámpara del deshtur (sumo
sacerdote) y también la luz del dikshita (iniciado), con otras varias denominaciones.


SOMA (es el hongo Amanita Muscaria, identificado y comprobado a través de numerosos estudios interdicsiplinarios): Bebida sagrada de la India, análoga en virtud y significado al néctar o
ambrosia de los griegos. En el acto de la iniciación en los misterios eleusinos, el mista
apuraba una copa de kikeón con intento de alcanzar fácilmente el bradhna o región del
esplendor (mundo celeste).
El soma que han gustado los orientalistas europeos no es el auténtico, que sólo
pueden beber los sacerdotes iniciados, sino un brebaje sucedáneo que consumen los no
iniciados y los mismos rajás cuando sacrifican en aras de los dioses. Confiesa Hang, en su Aitareya Brahmana, que la bebida cuyo sabor le fué tan ingrato no era el Soma, sino
el zumo de las raíces de un arbusto llamado nyagradha, que medra en las colinas de
Poona. Sabemos con toda seguridad que la mayoría de los sacerdotes del Dekkan han
olvidado la receta del verdadero soma, cuya confección no señalan los libros
ritualísticos ni es posible adquirir por informe oral. Quedan ya muy pocos induistas
ortodoxos de la primitiva religión védica que se consideren descendientes de los Rishis,
legítimos agnihôtris o iniciados en los misterios mayores. En el Panteón indio se llama a
esta bebida el Rey–Soma, porque quien la bebe se identifica con el Rey celestial, de la
propia suerte que los apóstoles cristianos estaban llenos del Espíritu Santo por cuya
virtud perdonaban los pecados. El Soma regenera al iniciado y le transforma en otro
hombre, como si naciera de nuevo; sobrepone la naturaleza espiritual a la física;
infunde el divino poder de la inspiración y actualiza en grado máximo la clarividencia.
Según la explicación exotérica, es el Soma a un tiempo planta y ángel, pues une
íntimamente el angélico Yo del hombre con su alma irracional o cuerpo astral, por
virtud de la mágica bebida, y así unidos prevalecen contra la naturaleza física y
beatíficamente participan, aun en vida, de la inefable gloria de los cielos. Por lo tanto,
bajo todos aspectos tiene el Soma indio la misma significación mística que la Eucaristía
de los cristianos. La palabra sagrada de los mantras pronunciados en el acto del
sacrificio, convierte el licor contenido en la copa, en el verdadero Soma angélico, esto
es, en el mismo Brahmâ.
Muchos misioneros se han indignado al presenciar esta ceremonia, porque, por regla
general, emplean los brahmanes en el sacrificio un licor espirituoso en substitución del
verdadero Soma, sin advertir que también los cristianos creen en la transubstanciación
del vino, más o menos espirituoso, en la sangre de Cristo. ¿No es idéntico el símbolo?
Sin embargo, dicen los misioneros que Satanás está oculto en la copa del sacrificio
induísta y se regocija cuando el sacerdote bebe el Soma.


TEÓSOFOS: Nombre dado en el siglo XVI a los discípulos de Paracelso, que
también se llamaban philosophia per ignem (filósofos del fuego). Como los platónicos,
consideraban el alma (yuch') y el espíritu (noûç) partículas del gran Archos, o chispas
emitidas por el eterno océano de luz. La Sociedad Teosófica se fundó en Nueva York el año 1875 con objeto de estudiar experimentalmente los poderes ocultos de la naturaleza y difundir por Occidente el
conocimiento de las religiones de Oriente al par que extender por los países calificados de “gentiles é incultos” verídicos informes sobre el cristianismo, sobre todo en las
comarcas donde actúan los misioneros. A este propósito, la Sociedad Teosófica se ha
puesto en relación con varias asociaciones é individuos de Oriente a quienes transmite
informes auténticos de la conducta del clero, cismas, herejías, controversias, disputas,
revisiones é interpretaciones de la Biblia, con otros datos publicados por la prensa
mundial. En los países cristianos se da por válido que el hinduismo, budismo y
shintoismo han degradado y embrutecido a los pueblos orientales, y precisamente en
estos falsos informes se apoyan los misioneros para recabar pingües subvenciones. La
Sociedad Teosófica desea restablecer la justicia en este punto, procurando que en
todos los países de Oriente se conozca la verdad, tergiversada y fingida por la
parcialidad de los informes referentes a las enseñanzas cristianas. También pudiéramos
decir algo sobre la conducta de los misioneros a cuantos contribuyen al sostenimiento
de las misiones.








lunes, 10 de diciembre de 2012

RECORDANDO LO PRIMORDIAL


por: Pedro. A.

La vida me hizo conocer la vida, la vida real. Conocí la naturaleza y, por lo tanto, mi vida, y la vida de todos… fui árbol y planta, fui el viento y el calor del sol, fui el canto del grillo y entendí por qué se tiene que ocultar el sol…comprendí la importancia de los animales y su reciprocidad (simbiosis) con la naturaleza… encontré que la amistad es lo que los une… y luego, adolorido y entusiasmado a la vez, comprendí el triste papel que juega el humano en el asunto…corrompemos el orden y la armonía primordial. La única armonía, constante, que fluye sin detenerse, pero sin tener a dónde ir.
Esta catarata que es la vida se renueva constantemente! 
Desestabilizamos los hechos con nuestras palabras y nuestros actos. Nuestra acción nos inactiva. Somos una mayoría menor en este mundo.
Agradezcamos a la naturaleza, a la vida, y empecemos a vivir, aprendamos a vivir..!
¿Acaso creíamos que conocíamos a la naturaleza? No tenemos ni las más remota idea de lo vital que es la naturaleza, por lo menos no el hombre moderno…

¡La ciencia y el progreso!
¿Para qué?
Para matarnos…
Gran avance…
Morir artificialmente como muere hoy el humano,
Creador de Imperios y Verdades…

Tal vez conociendo más la vida, podríamos morir mejor, incluso no temer a la muerte, sino comprenderla y aceptarla…
¡pero primero conocer la vida! ¡desde dentro!
No vivir en la negación, en la cual somos pioneros, siguiendo estereotipos  y modelos mentirosos, que nos alejan de nosotros para poder ser controlados por aquellos que no se conocen a sí mismos y por lo tanto no conocen nada.
Mi verdadera identidad está en la naturaleza y en el cosmos, y sus procesos son mi vida, porque yo soy la naturaleza… pero puedo pensarla!, aquí es cuando me engaño, porque objetivando muero artificialmente, creyendo conocer las cosas simplemente por lo que aparentan… el pensamiento es la objetivación del ser, por lo cual dejamos de ser…

¿Por qué Humanismo?
¡NO!
Tiene que ser un naturalismo; al humanizarlo lo trastornamos, lo llenamos de valores…

¡Una autocomplacencia con la naturaleza, la conciencia debe ser una herramienta para interiorizar!