jueves, 19 de abril de 2012

OCTAVIO PAZ La búsqueda del comienzo (escritos sobre el surrealismo)


Día a día se hace más patente que la casa construida por la civilización occidental se nos ha vuelto prisión, laberinto sangriento, matadero colectivo. No es extraño, por tanto, que pongamos en entre dicho a la realidad y que busquemos una salida. El surrealismo no pretende otra cosa: es un poner en radical entre dicho a lo que hasta ahora ha sido considerado inmutable por nuestra sociedad, tanto como una desesperada tentativa por encontrar la vía de salida. No, ciertamente, en busca de la salvación, sino de la verdadera vida. Al mundo de “robots” de la sociedad contemporánea el surrealismo opone los fantasmas del deseo, dispuestos siempre a encarnar en un rostro de mujer….
Existía entonces sólo lo cotidiano: la moral del trabajo, el “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, el mundo sólido del humanismo clásico y de la prodigiosa ciencia atómica.
Pero el cadáver estaba vivo, tan vivo, que ha saltado de su fosa y se ha representado  de nuevo ante nosotros, con su misma cara terrible e inocente, cara de tormenta súbita, cara de incendio, cara y figura del hada en medio del bosque encantado. Seguir a esa muchacha que sonríe y delira, internarse con ella en las profundidades de la espesura verde y oro, en donde cada árbol es una columna viviente que canta, es volver a la infancia. Seguir ese llamado es partir a la reconquista de los poderes infantiles. Esos poderes –más grandes quizá quelos de nuestra ciencia orgullosa- viven intactos en cada uno de nosotros. No son un tesoro escondido, sino la misteriosa fuerza que hace de la gota de rocío un diamante y del diamante el zapato de cenicienta. Constituyen nuestra manera propia de ver  y se llaman: imaginación y deseo. El hombre es un ser que imagina y su razón misma no es sino una de las formas de ese continuo imaginar. En su esencia, imaginar es ir más allá de sí mismo, proyectarse, continuo trascenderse. Ser que imagina porque desea, el hombre es el ser capaz de transformar  el universo entero en imagen de su deseo. Y por esto es un ser amoroso, sediento de una presencia que es la viva imagen, la encarnación de un sueño…. El surrealismo es una actitud del espíritu humano. Acaso la más antigua y constante, la más poderosa y secreta.
En Arcano 17, André Breton habla de una estrella que hace palidecer a las otras: el lucero de la mañana, Lucifer, ángel de la rebelión. Su luz la forman tres elementos: la libertad, el amor y la poesía. Cada uno de ellos se refleja en los otros dos, como tres astros que cruzan sus rayos para formar una estrella única. Así, hablar de la libertad será hablar de la poesía y del amor. Movimiento de rebelión total, nacido de Dadá y su gran sacudimiento, el surrealismo se proclama como una actividad destructora que quiere hacer tabla rasa con los valores de la civilización racionalista y cristiana. A diferencia del dadaísmo es también una empresa revolucionaria que aspira a transformar la realidad y, así, obligarla a ser ella misma…
Para nosotros el mundo real es un conjunto de objetos o entes. Antes de la edad moderna, ese mundo estaba dotado de una cierta intencionalidad, atravesado, por decirlo así, por la voluntad de Dios. Los hombres, la naturaleza y las cosas mismas estaban impregnadas de algo que las trascendía… la idea de utilidad –que no es sino una degradación moderna de la noción de bien- impregnó después nuestra idea de realidad. Los entes y objetos que constituyen el mundo se nos han vuelto cosas útiles, inservibles o nocivas. Nada escapa a esta idea del mundo como un vasto utensilio: ni la naturaleza, ni los hombres, ni la mujer misma; todo es un para…, todos somos instrumentos. Y aquellos que en lo alto de la pirámide social manejan esta enorme y ruidosa maquinaria, también son utensilios, también son herramientas que se mueven maquinalmente. El mundo se ha convertido en una gigantesca máquina que gira en el vacío, alimentándose sin cesar de su detritus. Pues bien, el surrealismo se rehúsa a ver el mundo como un conjunto de cosas buenas y malas, unas henchidas del ser divino y otras roídas por la nada; de ahí su anticristianismo. Asimismo, se niega a ver la realidad como un conglomerado de cosas útiles o nocivas; de ahí su anticapitalismo. Las ideas de moral y utilidad le son extranjeras. Finalmente, tampoco considera al mundo a la manera del hombre de ciencia puro, es decir, como un objeto o grupo de objetos desnudos de todo valor, desprendidos del espectador. Nunca es posible ver el objeto en sí: siempre está iluminado por el ojo que lo mira, siempre está moldeado por la mano que lo acaricia, lo oprime o lo empuña….. y así se inicia una vasta transformación de la realidad. Hijo del deseo, nace el objeto surrealista: la asamblea de montes es otra vez cena de gigantes, las manchas de la pared cobran vida, se hechan a volar y son un ejército de aves que con sus picos terribles desgarran el vientre de la hermosa encadenada.
Las imágenes del sueño proporcionan ciertos arquetipos para esta subversión de la realidad. Y no sólo las del sueño; otros estados análogos desde la locura hasta el ensueño diurno, provocan rupturas y acomodaciones de nuestra visión de lo real…su propósito es subversivo: abolir esta realidad que una civilización vacilante nos ha impuesto como la sola y única verdadera….





domingo, 8 de abril de 2012

EL BALAR DE NUESTRA “CULTURA”

por: Pedro. A

Frecuentemente, volteamos la cabeza hacia atrás, como queriendo cambiar algo únicamente con la simple mirada o anhelando una justificación que disculpe nuestros actos.
El arrepentimiento, ese síntoma de una cultura atrofiada, de una cultura resentida hacia el ser humano y hacia la vida, metáfora del paraíso cristiano y, por lo tanto, de la cultura occidental…
Creemos que con el arrepentimiento podemos cerrar esa herida que nosotros mismo nos la hemos hecho, por no querer conocernos y justificando una acción, la cual no necesita justificación, sólo técnica y seguridad en su realización.

Desde que nacemos, se nos enseña, como si fuese una necesidad primaria, la arbitrariedad de las palabras, de los conceptos, de las ideas. Se nos impone una des – ensenañza  de la vida, se nos inculca la muerte individual y el “camino” que tenemos que seguir.  Gracias a este tipo de procedimiento, adquirimos ciertos “valores”, entendiendo el concepto de “valor” dentro de este procedimiento anti-vital como una destreza , como un a-priori a nuestro ser, por lo cual  los “valores” que recibimos deberían ser necesaria y únicamente “universales”, y por lo tanto “eternos”. Qué ignorancia y mediocridad el creer que  ciertas palabras, ciertas ideas, ciertas convicciones, sean el hilo que ayude a conducir la vida de manera correcta… ¡que digo! Qué ignorancia y mediocridad el creer que ciertas palabras, ciertas ideas, ciertas convicciones puedan por lo menos ayudar a cada uno a guiarse dentro de lo que es la vida en verdad. No esa vida que se llama “moderna”, llena de palabrerías y convicciones ciegas, causantes de paranoias y necesidades ridículas lo cual no permite al individuo conocerse y conocer la realidad directamente, profundizar y sentir la energía vital, sin pantallas de por medio. No dejarse llevar por una corriente contaminada de petróleo  y explotación, sino ser uno mismo la corriente, limpiarse y limpiar al río contaminado de la civilización artificial.
Lamentablemente, este río contaminado ya nos ahogó desde hace bastantes años. 
Ahora tenemos primero que aprender a nadar dentro del río antes de poder subir a la superficie y salirnos de la misma. Cuando hayamos experimentado e interiorizado toda esta mentira, que nos la pintan como “verdad”,  podremos iniciar un conocimiento más puro, más real, algo nuestro, no de ellos, no de los demás. Hablemos nuestro propio lenguaje, ¡o no hablemos del todo!
La ciencia, sus disciplinas, sus estudios. La política, al servicio de nadie, únicamente al servicio del dinero. El colegio, la universidad, el trabajo, las instituciones, tanta “diversidad” para hacer lo mismo. Todos al servicio, menos al de la política que al del dinero hoy en día. Todo funciona para un fin único. Y no sabemos ni cuál es ese fin. Todo está determinado. Los estudiantes y los profesores, no son más que engranajes de una maquinaria mucho más grande que un solo país, engranajes más que del dinero y el consumo, de la ceguera. Mientras sigamos creyendo que la cumbre y el objetivo de la montaña de la vida humana esté tan abajo, mientras tengamos esta conciencia tan decadente, es imposible, por lógica, que lleguemos a la cima. Pero no pensemos en la cima como fin, simplemente, como comienzo.

Lean y conozcan, no estudien y sean un borrego más del corral que balará el mismo idioma de sus semejantes.
Hablemos nuestro propio lenguaje.
Preguntemos cosas nuevas. Cosas que nadie ha preguntado, pero no confiemos nuestras preguntas a los portadores de la mentira (políticos, sociólogos, antropólogos, economistas, psicólogos; académicos, científicos), confiémonos nuestras preguntas, y nuestras respuestas seguro valdrán mil veces más que el balar de un borrego
Baaaa… baaaa… baaaa…baaaa..baaaa. ¿Cómo pueden estudiar y conocer eso? ¿Qué quiere decir? No se entiende, no se escucha. 
Hay que tener cuidado que todo lo que hemos conocido llegue a los niños en la actualidad y en adelante. Sólo tengamos en cuenta que cuando uno es niño es más vulnerable a la mentira, y por lo tanto, a los curas y a la “escuela”. Así que sería preferible por lo menos que la enseñanza de la religión y el acercarse a una iglesia sea prohibido para gente sin criterio formado.Es peligroso recibir esas enseñanzas del resentimiento y de la debilidad, y más aún: ser sodomizados por un cura.
Lean y conozcan, no estudien y sean un borrego más del corral que balará el mismo idioma de sus semejantes.  
El miedo a equivocarse ya no existe tan arriba, se congelaría y rompería en pedazos... sólo hay espacio para la sorpresa de conocer constantemente algo nuevo, que en algún momento fue miedo, pero ahora es un reto, un baldazo de agua fría a la cara de la “verdad” aceptada, ¡y de los portadores de la misma!