Drogas: historia, beneficios, leyes


PHARMACOTHEON 

En este artículo incluiré parte de la investigación realizada por Jonathan Ott en su libro Pharmacotheon. Debido a que en esta área del blog manejo temas exclusivamente como la prohibición, el control y la investigación con enteógenos, y Pharmacotheon es una investigación interdisciplinaria y larga, me dedicaré en especial a los primeros capítulos del libro donde se desarrolla el tema sobre la “guerra contra las drogas” y todas sus leyes anti-científicas, pasando por la revisión de ciertos datos históricos básicos, abordado desde un perspectiva holística donde se podrá entender la “irracionalidad” de los procesos anti-drogas,  que han mantenido a la sociedad en la penumbra. Intento manifestar aquí un punto de visto crítico y lo más objetivo dentro de lo posible. Espero que lo lean con calma, pues esto es algo que todos debemos estar informados para tener un poco de argumento al hablar de nuestras tan conocidas ignorancias.

Pedro. A
PHARMACOTHEON  (3)


CONSIDERACIONES DE TIPO PRÁCTICO Y LEGAL

El problema fundamental que deriva del concepto del control sobre las drogas es que la mayoría de seres humanos - en todas las eras y culturas que conocemos – han consumido y disfrutado drogas para alterar su estado de ánimo y sus estados mentales.

En Estados Unidos, por ejemplo, hay casi 200 millones de personas mayores de 12 años, de las cuales 178 millones son consumidores de cafeína (89 %), 106 millones son consumidores de alcohol (53 %), y 57 millones consumen nicotina (28 %), junto con unos 12 millones de consumidores de marihuana (69 %), unos 3 millones de consumidores de cocaína (1,5 %), 2 millones de consumidores de heroína (l %), y aproximadamente un millón de consumidores (0,5 %) de enteógenos y disolventes diversos (según estimaciones conservadoras de un informe gubernamental; Goldstein y Kalant 1990). No sólo es muy inferior el número de consumidores de drogas ilícitas al de drogas psicoactivas legales (alcohol, nicotina, cafeína), sino que el abanico de problemas de salud asociados a las drogas ilegales, en comparación con las legales, muestra una disparidad similar. Tres o cuatro mil muertes anuales se producen a consecuencia de todas las drogas ilegales juntas, mientras unos 320.000 americanos mueren prematuramente cada año a consecuencia del tabaco, y son acompañados al cementerio por 200.000 personas adicionales, que mueren prematuramente cada año como resultado del consumo de alcohol (Nadelmann 1989). Aunque hay aproximadamente tres veces más consumidores de nicotina que de todas las drogas ilegales juntas en Estados Unidos, se registran cien veces más muertes causadas por la primera; y aunque hay unas cinco veces más consumidores de alcohol que de drogas ilegales, el alcohol causa unas cincuenta veces más muertes. Cabe concluir que el tabaco es unas treinta veces más peligroso que la marihuana, la cocaína y la heroína; y que el alcohol es unas diez veces más peligroso... Con el tiempo se descubrirá, quizás, que algunas muertes prematuras adicionales se deben, de hecho, a un mal uso de estas drogas. A pesar de todo, la disparidad es sorprendente. Y no se puede argumentar que las drogas ilícitas son ilegales justificadamente porque son peligrosas, ya que sustancias que son claramente mucho más peligrosas son legales. En todo caso, el mero hecho de que algo sea peligroso no justifica su ilegalización. Los hongos que contienen psilocibina son relativamente benignos pero ilegales (véase Capítulo 5), mientras las especies de
los géneros Amanita y Galetina, que contienen amatoxina y falotoxina - sustancias mortalmente venenosas - son perfectamente legales (Ott 1978b; Ott 1979b). De forma similar, si atendemos a muertes por toxicidad, el 70 % no son causadas por drogas ilegales sino por drogas recetadas legalmente, que - según ciertos cálculos - suponen el abuso de unos 300 millones de dosis cada año (Hollister et al 1991). Debo mencionar también que mientras alcohol y nicotina son sustancias altamente adictivas (Byme 1988; Schelling 1992), los enteógenos no causan ningún tipo de dependencia o síndrome de abstinencia (Hofrnann, 1980). En un artículo reciente donde reclamaban el control de las drogas, los especialistas en adicciones H.Kalant y A.Goldstein puntuaron en una escala de 1 a 5 por “riesgo relativo de adicción” (siendo 1 el riesgo más alto) a la nicotina con un “2”, junto a la heroína, y al alcohol con un “3” junto a barbitúricos y benzodiazepinas o “pastillas para dormir” (Goldstein y Kalant 1990). La marihuana recibió un “4”, y los enteógenos un “5”, como la cafeína. En una respuesta a las cartas de réplica a su artículo (Hollister et al. 1991), Goldstein y Kalant comentaron que los enteógenos realmente ni siquiera desean aparecer en un cuadro sobre riesgos de adicción, ya que estas sustancias “provocan aversión, más que adicción en las pruebas realizadas con animales”. Es decir, que en tales experimentos los animales las evitaban en lugar de habituarse a ellas.

Aunque muchos insisten en ignorar que la nicotina es una droga adictiva (en una carta reciente se objetaba que “comparar la nicotina con el crack sería una agresión al sentido común”; Levin et al. (1992), el anterior jefe del departamento de sanidad de los Estados Unidos, C.E.Koop, declaró en términos nada ambiguos (Byrne 1988): Los procesos farmacológicos y de comportamiento que determinan la adicción al tabaco son similares a los que determinan la adicción a drogas como la heroína y la cocaína... También deberíamos dar prioridad a la única adicción (la del tabaco) que está matando a más de 300.000 americanos cada año. En la antigua Unión Soviética, en 1990, la escasez de tabaco provocó revueltas generalizadas, que forzaron una importación urgente de cigarrillos americanos (Frankel et al. 1992b). Los sufridos consumidores podían soportar estoicamente la escasez crónica de alimentos, ropa y energía, pero no de tabaco. Esto aconteció en el país donde una vez el Zar ordenó ejecutar a los fumadores de tabaco (Szasz 1974). Subrayando el parecido metabólico entre adicción a la heroína y adicción a la nicotina, se ha descubierto que el fármaco hipotensor clonidina mejora o disminuye los síntomas abstinenciales de ambas (Glassman et al. 1984). El previo responsable del Instituto Nacional para el Abuso de Drogas (NIDA), W.Pollin, declaró que la adicción al tabaco “no es diferente a la de heroína o cocaína” (Holden 1985). Los anuncios de la compañía Marion Merrell Dow, Inc. , productores del Nicorette (un chicle que contiene nicotina polacrilex en dosis de 2 a 4 mg por pieza), dicen: “La adicción de su cuerpo a la nicotina es un problema médico”. Según ellos, este chicle “alivia la incomodidad y la ansiedad, que son los síntomas de la abstinencia”; reducir lentamente la dosis diaria de Nicorette “permitirá que su cuerpo se adapte y supere lentamente esta adicción”. El chicle se hizo famoso cuando el “Zar anti-droga” W.J. Bennett - que al asumir su cargo abandonó un hábito de dos paquetes diarios para dar ejemplo (Marshall 1989) – admitió después que había reincidido y que todavía estaba enganchado al chicle de nicotina.
¡Simplemente, di no! 

El uso de drogas psicoactivas no sólo es prácticamente universal entre adultos americanos: en todas las culturas objeto de estudio se ha detectado el uso de una u otra sustancia embriagante (Weil 1972). Hay una creciente evidencia de que otros animales usan plantas medicinales y embriagantes (Siegel 1989; Siegel y Jarvik 1975; Siegel et al.1974; Sigstedt 1990; Williams 1989); el ejemplo más famoso es el consumo de la hierba gatera (Nepeta casara) como embriagante de los gatos domésticos, que se da en todas las especies de estos felinos si tienen acceso a la planta (véase Apéndice B; Tucker y Tucker 1988). La Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia (AAAS) organizó recientemente unas charlas sobre “Zoofármacognosia” en su encuentro anual (Gibbons 1992). El consumo de embriagantes es claramente una actividad normal y ordinaria en los animales y virtualmente universal entre los miembros de nuestra especie.

Un duro análisis médico de las leyes antidroga aparece en el Journal of the Americam Medical Association (Edison 1978): Las leyes que controlan narcóticos y otras drogas psicoactivas... deberían valorarse por su eficacia y seguridad, de la misma manera que valoramos un tratamiento quirúrgico o farmacológico. Como tratamiento, las leyes antidroga parecen ser sólo marginalmente eficaces. Sus efectos secundarios son tan peligrosos que el tratamiento es a menudo más devastador que la propia enfermedad. Un juicio basado estrictamente en la eficacia y seguridad de estas leyes requeriría su inmediata derogación o revisión. De manera análoga, Daniel E.Koshland Jr. , director de Science, la revista científica más importante de los Estados Unidos, hombre de amplia experiencia en química y farmacología de opiáceos, comentó en un editorial titulado ¿La guerra?, ¿programa?, ¿experimento?, antidroga (Koshland 1989):

La guerra a las drogas iniciada recientemente por el Ejecutivo... es por lo menos un experimento útil, y debería ser definido como tal... La exigencia mínima sería el análisis continuado del grado de éxito del programa, para decidir si se ha de continuar en esta dirección o si deben buscarse otras, en caso de que el programa esté fracasando... El experimento sólo será aceptable si va acompañado de un distanciamiento científico que diga: “El experimento de ponerse duro está en marcha. Si falla, el siguiente paso será la legalización”.

Sin embargo, el gobierno elude - comprensiblemente - estudiar la eficacia (o ineficacia) de sus propias iniciativas contra algunas drogas. Por ello ha sido acusado repetidamente de dar “palos de ciego” en esta guerra (Hamilton 1990; Marshall 1988a). Mientras el gobierno sigue experimentando con la línea dura, los avances científicos han comprometido seriamente la validez química de ciertas pruebas, que eran aportadas por los peritos en los procesos contra el consumo de drogas. El interesante descubrimiento de que el enteógeno ilegal DMT podría actuar como neurotransmisor en los mamíferos (Christian et al. 1976; Christian et al. 1977) y de que se halla presente en el líquido cefalorraquideo humano (Corbett et al. 1978) plantea interesantes cuestiones legales. Además, se ha encontrado diazepam (“valium”) en el cerebro de ratas y hasta en los granos de trigo (Wildmann et al. l987).

Compuestos similares al diazepam se hallan también en la orina del ganado bovino (Luk et al.1983). Análogamente, opiáceos controlados como la morfina y la codeína también se hallan presentes en el líquido cerebro/espinal (Cardinale et al. 1987) e incluso en la leche de vaca y la humana, así como en el tejido cerebral de los mamíferos. También se han detectado minúsculas cantidades de morfina en “plantas como el heno y la lechuga” (Hazum et al. 1981). En la antigüedad, Plinio mencionó una variedad de lechuga llamada “lechuga silvestre” que posee un jugo de propiedades soporíferas, (Harlan 1986) y el Lactucarium u “opio de lechuga” fue incorporado a la farmacopea por primera vez en 1810 (Duncan 1810), y aún puede adquiriese de empresas que se anuncian en revistas “contraculturales” de drogas. Al ingerir alimentos cocidos con semillas de adormideras es posible que pequeñas cantidades de morfina pasen a la orina. Como se considera que la detección de morfina en la orina es una prueba irrefutable del consumo de heroína por pacientes tratados con metadona, o por el candidato a un puesto de trabajo (Bigwood 1978; Potter y Orfali 1990); y como las leyes antidroga establecen claramente que la posesión no autorizada, o la venta, de “cualquier material, compuesto, mezcla o preparación que contenga cualquier cantidad” de DMT, diazepam, morfina y otras muchas drogas es ilegal ¿qué credibilidad puede otorgarse a estas pruebas médico-legales? Si es posible hallar morfina en el heno y la lechuga, en los panecillos con semillas de adormideras, en cada uno de nuestros cuerpos, incluso en la leche materna... ¿con qué base científica puede castigarse a un cultivador no autorizado de adormideras, sin castigar al mismo tiempo a los que cultivan lechuga o heno, a los propietarios y empleados de las cadenas de supermercados o colmados por tráfico ilegal de morfina, presente en todas y cada una de las botellas de leche entera? ¿En base a qué... ? Mientras los ciudadanos estemos sujetos a las absurdas consecuencias de las leyes antidroga exigimos saber: ¿en base a que? Los absurdos e incongruencias que encontramos en este cínico mundo de los luchadores antidroga en modo alguno acaban aquí. Un artículo publicado recientemente en Science afirmaba que el Instituto Nacional para el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA) “se propone luchar contra las drogas con drogas”; y que “el organismo está planeando una investigación exhaustiva sobre medicamentos para tratar, entre otras, la adicción a la cocaína” e intentar encontrar una “bala mágica contra la adicción” (Waldrop 1968)

Debemos recordar que la heroína fue originalmente concebida como “cura” para el morfinismo (Escohotado 1989a; Latimer y Goldberg 1981), y que ya se sospecha que una de estas “balas mágicas”, la bromocriptina o Parlodel (véase Capítulo 2, Nota 9), es una droga adictiva (Holden 1989b). El artículo continua afirmando que estamos ante un nuevo “Proyecto Manhattan” para químicos. ¿Cómo debemos interpretar esto entonces? ¿Cómo un declaremos la guerra atómica al yonki y al hippie del barrio? Quizás no me equivoque del todo, porque en una crítica reciente a un libro acerca del Proyecto Manhattan, el eminente físico Freeman J. Dyson establece un paralelismo entre la LSD y las armas nucleares. “Las armas nucleares y la LSD son muy adictivas... ambas han destruido muchas vidas y pueden destruir muchas más... (Dyson 1992). Nadie espera que Dyson sea un experto en drogas enteogénicas, pero lo grave del asunto es que Science le haya publicado esta fábula absurda, y que este respetado científico aparentemente habla en serio. Por supuesto, me doy cuenta de que el NIDA no tiene intención de tratar a los adictos al whisky con ginebra sino de tratarlos con metanol. Forzar a la gente a dejar una droga cuyos efectos les resultan agradables, para substituirla por otra, que hará todo por ellos menos darles el placer que originalmente buscaban ¿merece calificarse como tratamiento de ataque? Mientras miles de personas son detenidas por posesión de cocaína, se ha descubierto que otro “material, compuesto, mezcla o preparado que contenga cualquier cantidad” de esta sustancia ilegal es el papel moneda americano. En un análisis de 135 billetes de la Reserva Federal Americana, provenientes de distintas partes del país, todos menos cuatro (97 %) contenían cantidades detestables de cocaína. El contenido medio era de 7.3 mcg de cocaína por billete, y uno de los billetes contenía hasta 270 mcg. de cocaína (Pool 1989). Esto significa que prácticamente todos los americanos (exceptuando sólo a los más pobres, que sólo lleven calderilla en los bolsillos) están siempre en posesión de una droga de la Lista II. Y es posible que los más ricos entren en la categoría de “posesión con intención de venta”, basándonos en el peso neto de su fortuna en billetes verdes que contienen cocaína... ¿O deberíamos llamarlos a partir de ahora “billetes blancos” ? Sin embargo como el ciudadano que lleva billetes, ganados con el sudor de su frente, es legalmente solo el portador de un instrumento monetario que pertenece al Banco de la Reserva Federal ¿significa eso que es a los conocidos “peces gordos” a los que hay que detener? ¿Veremos en un futuro el procesamiento del presidente del Banco de la Reserva Federal y el Secretario del Tesoro por tráfico de cocaína? O, ya que la pista del dólar (¿o del “cocadólar”?) nos conduce ostensiblemente hasta la mesa del Despacho Oval ¡vayamos directos a por la cúpula de esta sórdida organización! ¡al Presidente de los Estados Unidos! Todo ello prescindiendo de que la moneda estadounidense está impresa en un papel que contiene fibra de cáñamo (marihuana), que los originales de la constitución americana y la declaración de independencia, o que la primera bandera americana de Betsy Ross, fueron elaborados con fibra de esta planta.

La tecnología para detectar sustancias químicas ha progresado hasta tal punto que todos estamos en peligro de convertimos en “el enemigo” en esta “guerra antidroga”. Recientemente, piloto militar norteamericano sufrió un vergonzoso consejo de guerra por uso ilícito de drogas, al detectarse en su orina restos de anfetamina. Más tarde se demostró - gracias a un sencillo trabajo de investigación - que había estado tomando un preparado anoréxico vendido sin receta (pastillas para adelgazar), y que contenía fenilpropanolamina como principio activo, se había contaminado durante el proceso de fabricación con restos de anfetamina, como otros lotes de productos similares que fueron analizados. El piloto recobró su graduación y se reincorporó a su servicio habitual, pero no a su rango en el escalafón (Pool 1989). Es significativo que el proyecto gubernamental de analizar la orina de sus funcionarios para buscar metabolitos de drogas topase con una fuerte oposición en los aduaneros americanos, el “Grand Lodge of the Fraternal Order of Police”, principal sindicato de policía y los fiscales federales del propio ministerio de Justicia, que comentaron: “ellos analizan, nosotros perseguimos” (Crawford 1988) Obsérvese que son las “tropas de vanguardia” en la “Guerra a la droga”, pero no desean que la “gente” sepa qué metabolitos de drogas hay en su orina. Cierta compañía llamada Psychemedics lucha ahora contra el “lobby del orina/análisis para deglutir parte de ese mercado, un sector que mueve anualmente 200 millones de dólares. Dicha empresa promueve una tecnología basada en detectar residuos infinitesimales de drogas, o metabolitos suyos, en muestras de cabello (Holden 1990c). Hay datos para creer que basta tocarse el pelo tras haber tenido en las manos uno de los billetes envenenados de cocaína que emite el Presidente de la Reserva Federal para dar positivo en los “peloanálisis”... o basta pasear por un parque y acercarse inadvertidamente al humo de marihuana exhalado por algún audaz infractor de la ley (Se ha demostrado que esa exposición “pasiva” al humo de Cannabis puede producir falsos positivos en análisis de sangre y orina; Morland et al. 1985). Los análisis de orina conllevan el problema de “falsos positivos”, si los umbrales de detección se rebajan lo suficiente para detectar a todos los consumidores (Schwartz et al. 1987). Estos análisis ultrasensibles de metabolitos en la orina no pueden determinar si la morfina se debe a un “chute” de heroína o a unos cuantos panecillos espolvoreados con semillas de adormidera. ¿Todavía piensa que las tropas comprometidas en la guerra a la droga están de su parte? ... ¿Puede estar seguro de que un día no será considerado parte del “enemigo”? Quizás los “skinheads” tengan su razón de ser después de todo... Afrontémoslo: todos estamos en droga, todo el tiempo... No me refiero a las cantidades industriales de alcohol, cafeína, nicotina, marihuana, cocaína, heroína, etc. que la especie humana consume regularmente, sino a la DMT y la morfina que nuestro cuerpo fabrica y nosotros “consumimos” a todas horas; o incluso a nuestra más querida pastilla para dormir, el enlace endógeno del receptor del Valium (que podría ser el propio “Valium”); o al “ansiopéptido” que bloquea ese receptor (Marx 1985); o a nuestras endorfinas y encefalinas (nuestras autoproducidas “endorfinas”; véase Synder y Matthysse 1975) que matan nuestro dolor; o a la “sustancia P”, nuestra propia molécula causante del dolor (Skerrett 1990); o a la anandamida, el enlace endógeno del THC (marihuana) (Devane et al. 1992)... La vida de la mente, de la conciencia, es una sinfonía farmacológica constante y en continuo cambio, o para decirlo menos románticamente, un atracón interminable de drogas. La necesidad de ingerir opiáceos, DMT o Valium es completamente natural ( Siegel 1989) y totalmente “orgánica”. Sólo estamos suplementando o complementando las drogas que hacen trabajar a nuestro cerebro, y estos fármacos nos hacen efecto precisamente porque son idénticos, o químicamente similares a nuestras propias drogas endógenas. Los investigadores han encontrado analogías entre las diferentes adicciones, por muy diferentes que sean estas sustancias a nivel farmacológico (Holden 1985), porque, al fin y al cabo, todas las drogas psicoactivas son iguales: casan con los receptores del propio cerebro para nuestras propias drogas endógenas.

Son muchas y muy graves las injusticias e incongruencias que provocan las leyes antidroga. Los científicos están indignados hoy (y con razón) por las interpretaciones estadísticas y legales de la prueba forense basada en análisis de ADN, llamada “huella digital de ADN”, en la cual amplifica el ADN que un individuo haya podido dejar en la escena del crimen mediante la técnica de la RCP (Reacción en Cadena de la Polimerasa, inventada por K. Mullis, antiguo empleado de la Cetus Corp.). Un artículo reciente de Science (Chakraborty y Kidd 1991) cuestiona la importancia estadística que se atribuye a “correspondencias” entre “huellas digitales” del ADN (en realidad, autorradiogramas de separaciones electroforéticas de fragmentos de ADN digeridos en un gel de poliacrilamida), y la dirección de la revista se sintió obligada a dar un paso sin precedentes al publicar simultáneamente una réplica a este artículo (Lewontin y Hartl 1991) y una nota aclaratorio (Roberts 1991), todo ello seguido de un editorial (Koshland 1992) y un torrente de
cartas y refutaciones (Wills et al. 1992). Así debería ser siempre, pues la tecnología revolucionará la naturaleza de las pruebas, acusatorias y exculpatorias. Sin embargo, el extremo cuidado con que la comunidad científica está tratando el establecimiento de pautas para la prueba del ADN contrasta, y notablemente con las normas que prevalecen en la actual “cruzada” antidroga norteamericana. La regla es poner trampas al acusado, y a veces el grupo secreto A de la policía local antidroga trabaja afanosamente para atrapar al grupo secreto B de la policía estatal o federal, e incluso ha habido tiroteos entre dos unidades policiales distintas. ¿Es así como se protege la salud pública?. Comprar testigos oculares entre criminales reconocidos es de Yigueur (ya sea directamente con dinero, o mediante indultos o reducción de condenas). El infortunado acusado puede haber sido víctima de una escucha ilegal o de una busca y captura sin autorización o motivo razonable. Pero como la policía actuaba “de buena fe” ( la policía siempre actúa de “buena fe” ¿verdad?) se admiten las pruebas así obtenidas. Aún más sorprendente y fraudulenta es la práctica - generalizada en Estados Unidos - de considerar un gramo de heroína al 10 % como un simple gramo de heroína, (cuando en realidad, hay sólo un décimo de gramo de heroína) a la hora de juzgar o acusar (la simple posesión se diferencia de posesión para la venta, que supone penas mucho mayores, en función de la cantidad de droga aprehendida). Esta práctica es especialmente absurda cuando se trata de dosis de LSD, que pueden contener sólo 25 o 50 mcg. de droga en un trozo de papel o gelatina capaz de pesar decenas o centenares de miligramos (Shulgin y Shulgin 1991). Imaginemos al inocente granjero pasando un fatigoso día en el campo, rodeado por un escenario bucólico, y cargando un par de toneladas de heno en el camión... heno que contiene rastros de morfina (Hazum et al 1981). De acuerdo con estas pautas podría ser detenido por poseer dos toneladas de morfina, y entrar en la historia como uno de los narcos más
importantes de todos los tiempos. ¿Y por qué no una redada al estilo de “los Intocables” en una planta pasteurizadora de leche, para arrestar a los nefastos camellos que trafican con toneladas y toneladas de morfina (pues la leche contiene rastros de esta droga)? El tono jocoso enmascara mi grave preocupación, como ciudadano que puede ser sometido a escuchas y maniobras de atrapamiento, a todo tipo de triquiñuela, prestidigitación y fraude en nombre de la ley. Yo pido saber... y todos debemos saber... con qué lógica puede el “pueblo” enjuiciar a un desgraciado por poseer 36 “gramos” o “kilogramos” de drogas ilegales, mientras permite que traficantes de “toneladas” de Valium, morfina, codeína, DMT o cualquier otro tipo de droga controlada sigan libres. ¿Con qué lógica? Emboscadas, escuchas, registros sin orden judicial ni motivo razonable, medidas de fuerza arbitrarias debido a la omnipresencia de sustancias controladas en nuestros propios cuerpos, en nuestro dinero, en la leche que bebemos... Estas escandalosas técnicas para hacer cumplir la ley - poco correctas, nada éticas y de legalidad cuestionable - amenazan nuestras libertades y los derechos humanos. Por extraña o ilegal que sea una táctica de la policía, una vez que se acepta en un juicio, y es alegada en otro, sienta precedente. De este modo, lo que empezó como un abuso policial de poder, debido a pícaros que obraban fuera de la ley, se convierte en una práctica habitual, aceptable en cualquier juicio (Shulgin y Shulgin 1991). El uso de un extraordinario número de medidas de “emergencia” instituidas para tratar la “epidemia” del “abuso de drogas” y toleradas por jueces que se han tragado por completo el anzuelo la propaganda antidroga, está cambiando la relación del ciudadano con el Estado, en detrimento de la libertad individual. 

Nuestros derechos civiles, garantizados en la Declaración de Derechos de la Constitución de los Estados Unidos, como el derecho a la privacidad, a una protección ante prácticas no autorizadas de búsqueda y captura, así como la presunción de inocencia, están siendo regularmente mermadas y erosionadas, tan claramente como se desgasta el rostro de Thomas Jefferson en las viejas monedas de un níquel, y tácticas policiales que fueron en su día aceptadas como medidas extraordinarias para “tiempos de guerra”, justificadas por la “amenaza mortal” que eran las drogas, de repente se aplican a todas las áreas de la represión. Ya podemos ver que esas mismas técnicas - inspiradas en las de la Gestapo - se aplican a hacer cumplir otras leyes (Gestapo era la sigla alemana de Geheime Staats Polizei, o “Policía Secreta del Estado”, durante el mandato del Partido Nacional Socialista, o nazi, de Adolf Hitler). Se han organizado redadas y detenciones ilegales contra los llamados “piratas informáticos”, y la policía se ha aprovechado continuamente
de las bulas legales otorgadas a los “luchadores contra la droga” (Gans y Sirius 1990; Holden 1990b; Levy 1991; Sirius y Gleason 1990; Sterling 1992). Como observaba un artículo reciente de Mondo 2000: Actuando a petición de algunas empresas, el FBI y el Servicio Secreto (armados con vagas ordenes de registro) han hecho redadas en negocios y viviendas particulares, incautando un enorme número de ordenadores y artículos relacionados con ellos, con muy escasas detenciones. Los términos en que estaban escritas estas ordenes de registro eran vagos porque - incluso en el raro caso de saber el gobierno qué está buscando -, en el campo de la frontera electrónica probablemente es incapaz de distinguir lo que tiene delante... (Gans y Sirius 1990). Tras fisgonear ilegalmente conversaciones electrónicas, y debido a la profunda ignorancia de los agentes gubernamentales en cuanto a la terminología empleada, el Servicio Secreto saqueó un negocio llamado Steve Jackson Games, Inc., requisando tres ordenadores y los datos sobre un nuevo producto en desarrollo (no juego de ordenador), y casi arruinó a la empresa (Holden 1990b; Levy 1991). No se había cometido delito alguno, ni se presentaron cargos contra la compañía o sus empleados, ni se compensaron los daños materiales (aunque seis meses más tarde, cuando se devolvieron los ordenadores, uno estaba destrozado y el otro necesitó una reparación valorada en 200 dólares) ni unas pérdidas financieras que ascendieron a 125.000 dólares. Jackson, el propietario, se vio obligado a despedir a 8 de sus 17 empleados para salvar la empresa. La razzia se hizo al amparo de una vaga orden de registro que nunca se explicó al propietario; cuando su abogado pidió examinar esa orden, se le dijo que era información “sellada”. Gracias al celo excesivo de nuestros policías, que andan locos por detener a traficantes, ocho personas perdieron su empleo sin haber cometido ningún delito. ¿Se verá ahora obligada alguna de estas víctimas inocentes a entrar en el negocio de las drogas para mantener a su familia? En un caso relacionado, el gobierno se querelló contra un supuesto “delincuente informático” por su presunta complicidad en el robo a una compañía telefónica de información calificada como “muy confidencial” y valorada en 79.000 dólares. Abochornado el fiscal tuvo que retirar los cargos a mitad del juicio, cuando la defensa demostró que la supuesta información robada era, en realidad, información de uso público, que podía encontrarse fácilmente en bibliotecas y que, además, la compañía facilitaba abiertamente por 13 dólares, llamando a un teléfono gratuito. (Levy 1991). Así se trocaron las graves acusaciones de robo en simple hurto menor, ante los ojos del sorprendido fiscal. Este caso sacó a la luz el rito legalista en sus términos reales: no se trataba de una policía que luchase contra el delito, sino de una guerra sobre la “libertad de información”, sobre el control y propiedad de información, y contra el elemento radical que promueve el libre acceso a información o drogas (Clarke 1992; Ross 1991). Por otro lado, el gobierno de los Estados Unidos insiste en reservarse el privilegio de acceder libremente a cualquier información. La Agencia de Seguridad Nacional (NSA), en colaboración con el Departamento de Asuntos de Estado, ha prohibido la exportar programas “RSA” para codificación de datos (a fin de proteger información computerizada u otros datos digitales) que sobrepasen de una capacidad estándar, autorizando sólo “claves algorítmicas” de 40 bits o menos. Esto permite a la NSA, con sus ordenadores último modelo, descifrar el código que se le antoje, pues, dada la velocidad de los superordenadores actuales se considera necesario un código de 512 bits para disfrutar de una relativa seguridad (French 1990). El FBI ha propuesto un proyecto de ley y una “Enmienda sobre Telefonía Digital” a la “Ley de Comunicaciones” de 1934, donde solicita que todo nuevo sistema de comunicación (incluyendo las redes informáticas) se diseñe para facilitar el “pinchazo” de las autoridades, aunque en 1990 los jueces americanos sólo aprobaron 872 pinchazos (Levy 1992). ¡Es como pedir que los preservativos, o los airbags de los coches, tengan agujeros! Por descontado, la manera de asegurar redes informáticas contra “piratas” y espías (a quienes la NSA busca ostensiblemente, pues el espionaje casero está supuestamente fuera de su alcance) son permitir una codificación efectiva de la información, en vez de practicar razzias tipo Gestapo, o requisar y destruir ordenadores. Mientras el gobierno desee tener acceso, también lo tendrá cualquiera con la astucia necesaria para encontrar la “puerta trasera” de todo sistema informática. En el caso de la compañía Steve Jackson Games, uno de los ordenadores requisados difundía en aquél momento un boletín electrónico de noticias, un tipo de documento que la Constitución de los Estados Unidos protege tan firmemente como a la prensa escrita y a los medios de comunicación. El juez federal Sam Sparks así lo reconoció, y en consecuencia obligó al Servicio Secreto a pagar 55.000 dólares a Jackson y sus asociados más las costas del juicio, fallando que la investigación había violado la “Ley de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas”. Durante el juicio celebrado en Austin, Texas, Sparks afirmó que los comunicados electrónicos son publicaciones legales, y que los operadores como Steve Jackson Games, están protegidos por la “Ley Sobre Derecho a la Privacidad”, que limita el acceso del gobierno a los archivos y registros de periodistas y editores (Ortega 1993). Aunque la libertad de información parece haber ganado esta vez ¿quién se dejará engañar suponiendo que el gobierno americano delimitará la frontera en “piratería informática”, mientras flexiona su músculo policial? ¿Es acaso probable que los agentes
de la represión se marquen algún límite? En una entrevista reciente con un periodista americano, el jefe de la policía antidroga de Amsterdam comentó que la idea de la “Guerra a la droga” le recordaba a la Gestapo, aquella policía alemana que pensaba que “podía cambiar el comportamiento de la sociedad. La policía es un elemento social muy peligroso si no es limitada. Sabemos lo que significa la guerra... Y hacemos la guerra a nuestros enemigos, no a nuestros ciudadanos” (Beers 1991). En Holanda, las leyes antidroga son similares a las de Estados Unidos. Pero el gobierno holandés las administra de
un modo conocido como reducción del daño o “represión flexible”. El jefe de estupefacientes Zaal comentó que los consumidores de drogas ilegales son “pacientes, y en nada les ayudamos llevándolos a la cárcel” (Beers 1991). En los belicosos Estados Unidos, el exjefe de policía de Los Angeles Daryl Gates declaró ante el Comité Judicial del Senado que a los consumidores de drogas ilegales “deberían sacarlos a la calle y fusilarlos” por “traición” (Beers 1991). En la “Guerra a la droga” sólo los consumidores se disparan a sí mismos, *mientras la policía dispara a los demás. La gente es el enemigo, y la gente termina siendo la víctima. Es un peligroso juego al gato y el ratón, y aunque los policías sean claramente los gatos, que atrapan y destrozan ratones, en este caso los
ratones les hacen dar vueltas corriendo siempre un paso por delante de sus narices. Es la consecuencia inevitable y predecible de concentrar los esfuerzos de control sobre la oferta y no sobre la demanda. La norteamericana “Guerra a las drogas” se centra en la oferta. En 1991 el 71% de los fondos públicos manejados por la “Estrategia Nacional para el Control de Drogas” se destinaron a una reducción de la oferta (29% en “ilegalización y control internacional”; 42% en represión); sólo el 29% se destinó a “reducción de demanda” (Goldstein y Kalant 1990). Como más del 75% de las 750.000 detenciones anuales por violación de las leyes antidroga en Estados Unidos se deben a simple posesión, sobre todo de marihuana (Nadelmann 1989), cabe decir que la mayoría de los esfuerzos represivos intentan castigar al consumidor, más que reducir la oferta. Los esfuerzos en “ilegalización *[N. del T. Juego de palabras con shoot, que significa disparar un arma e inyectarse una droga] y control internacional” son ineficaces en todos sus aspectos. A pesar de los constantes esfuerzos dirigidos contra la producción ilegal de cocaína en Sudamérica, y para lograr que la droga sea interceptada en las fronteras de Estados Unidos, el precio de venta al por mayor de cocaína descendió un 80% en los años 80, mientras su grado de pureza en la calle aumentó cinco veces, según datos de la Administración (DEA 1989). Como la DEA informó en 1987 que el precio de la cocaína es en el momento de su exportación sólo el 4% del que se paga finalmente por ella en Estados Unidos, no hay motivo para esperar una inversión en los hasta ahora fallidos intentos por reducir la oferta. Producir la droga es tan barato y lucrativo que los traficantes pueden contrarrestar cualquier aumento en las actividades o recursos que las autoridades destinan a este fin. Una vez más, las leyes constituyen un subsidio para los traficantes, un “impuesto sobre el valor añadido”. Así, el dinero que se invierte para ayudar a otros países en programas de sustitución de cultivos constituye un subsidio directo al aumento de las plantaciones de coca. Como los tipos de interés son tan altos, los granjeros plantan simplemente una pequeña parcela con el producto substitutorio acordado, como tapadera, y usan la mayor parte de los fondos para plantar más coca, que es el único cultivo suficientemente rentable como para permitirles devolver los préstamos (Morales 1989). Exceptuando las adormideras, claro está... (Morales 1989; Ott 1992 a).

La producción de heroína es aún más lucrativa y se ve incluso menos afectada por las autoridades. Según la DEA, el precio de la heroína en el momento de su exportación es sólo el 1% de su precio de calle en Estados Unidos. Como los esfuerzos internacionales para controlar la heroína se han dirigido principalmente a la zona del 'Triángulo de Oro”, en el sudeste de Asia y en Europa del Este, regiones donde tradicionalmente se cultiva la adormidera, los traficantes han empezado a trasladar la producción de opio y heroína a otras zonas. El cultivo de la adormidera se ha extendido tanto en México, que este país se ha convertido en uno de los suministradores más importantes del mercado americano. Más aún, la adormidera se ha convertido en el cultivo de elección para sustituir las plantaciones de coca en Sudamérica, y la producción de heroína se está extendiendo en Bolivia, Colombia, Perú e incluso Guatemala. Por tanto, las actividades represivas han llevado al mercado negro a crear sus propios esquemas de sustitución de cultivos. Las adormideras están sustituyendo a la coca, con el resultado inevitable de que cualquier reducción en el suministro de cocaína será sobradamente compensado con un aumento sustancial en el suministro de heroína. En esto consiste el progreso... ¿Es así como se protege la salud pública? Las autoridades de Estados Unidos han tenido relativamente más éxito en reducir la introducción de marihuana de contrabando en el país, aunque haya un abundante suministro de marihuana en el mercado americano. No sólo es una droga de bajo coste (su precio para la exportación es el 1% del precio en la calle, según datos de la DEA), pero la consecuencia involuntario (aunque totalmente previsible) de la campaña antidroga en Estados Unidos ha convertido al país en uno de los primeros productores mundiales de esta droga y en la transformación de antiguos contrabandistas de marihuana en contrabandistas de cocaína y/o heroína (Adler 1985). A medida que aumenten los costes del contrabando, los contrabandistas escogerán cargamentos con mayor valor por unidad de peso. De esta manera, la atención exagerada que las autoridades dedicaron al contrabando de marihuana ha conducido a un gran aumento de la producción doméstica, evitando la necesidad de pasar la droga ante los perspicaces aduaneros. El valor total de los cultivos norteamericanos de marihuana en 1987 se estimó en 33.100 millones de dólares (Siegel 1989). El mercado sigue bien abastecido, pero, de un modo apenas visible para las autoridades, inmensamente más descentralizado y mucho menos susceptible de control. Si bien esta situación puede ayudar a equilibrar la balanza de pagos del país, no ha reducido la oferta y ha hecho más problemáticos los intentos futuros de reducir ese suministro. Además, la necesidad de potenciar un intenso cultivo en interiores para evitar la vigilancia, ha llevado a desarrollar una variedad de Cannabis super-potente que contiene hasta un 20% de THC, casi el doble de la concentración habitual en variedades naturales de exterior, y antes consideradas las más potentes. El precio ha subido, sí, pero los productores han logrado seguir abasteciendo el mercado con un producto superior al que antes se contrabandeaba. Hay muchas menos posibilidades de que los detengan, y están ganando mucho más dinero. ¿Duda alguien todavía de que, como afirmaba el profesor Nadelmann, los productores y traficantes de drogas ilegales son los principales beneficiarios de las leyes prohibicionistas? (Nadelmann 1989). Otra respuesta previsible a una lucha concentrada siempre en el aspecto del suministro es la introducción en el mercado negro, desde hace quince años, de una serie de análogos completamente artificiales de la heroína. Las primeras de estas llamadas “drogas de diseño” (Kirsch 1986) que aparecieron en el mercado negro de Estados Unidos fueron derivados de la Meperidina o Demerol; como el MPPP, 25 veces más potente que su “pariente” y unas 3 veces más que la morfina. Sin embargo, los “narcóticos de diseño” más famosos son los compuestos conocidos como “China White”; derivados del narcótico medicinal Fentanilo, un compuesto 100 veces más potente que la morfina. El más conocido de sus derivados es el (x-metil-fentanilo, aproximadamente unas 3.000 veces más potente que la morfina. Según la DEA, los materiales y el equipo necesarios para preparar 1 Kg. de esta droga cuestan unos 2.000 dólares, mientras el producto se valora en 1.000 millones de dólares. Es importante destacar que este compuesto es una creación de químicos del mercado negro, nunca descrito en la literatura química (Baum 1985; Shafer 1984; Shafer 1985). Una vez más, leyes dirigidas contra el suministro concebidas para evitar el cultivo de adormidera y la producción de heroína, han estimulado la fabricación doméstica de sucedáneos baratos, miles de veces más potentes que la morfina. De la misma forma, la exagerada atención dirigida a la producción ilegal de cocaína y a su contrabando está favoreciendo el crecimiento de la industria de la anfetamina en Estados Unidos. Se estima que el valor de la producción anual doméstica de metanfetamina es unos 3.000 millones de dólares (Cho 1990). Una vez más se está contribuyendo a superar al déficit comercial americano, pero negocios de envergadura relativamente grande y fácilmente visibles, como la producción de heroína y cocaína, están siendo reemplazados por actividades de menor escala y prácticamente indetectables. En lugar de una red internacional de cultivadores y cosechadores, químicos y contrabandistas, ahora sólo hacen falta químicos dentro del país consumidor. Como expusieron los expertos A. Goldstein y H. Kalant en un artículo reciente: Los adelantos en química farmacéutica son tales que pueden sintetizarse fácilmente drogas psicoactivas muy potentes en laboratorios clandestinos, de manera que el mercado ilegal se podría adaptar incluso al cierre hermético de las fronteras, si eso fuera posible. (Goldstein y Kalant 1990)

Las descarriadas tesis prohibicionistas han conducido a una elaboración de drogas alternativas, descentralizada y a pequeña escala, prácticamente invisible para las autoridades. Los costes de fabricación disminuyen, los beneficios se disparan y la probabilidad de detección y calabozo se reduce. Los fabricantes y vendedores de drogas ilegales no podrían estar más contentos. Simplemente, es demasiado fácil burlar las leyes. Mucho antes de que las autoridades se enterasen de lo que estaba pasando, químicos clandestinos de gran talento habían inventado nuevos sucedáneos de las drogas controladas, que son legales y más lucrativos. En una ocasión, un laboratorio de “heroína de diseño” fue registrado, y el químico dijo a la policía que estaba experimentando con “aromas para granizados” (Shafer 1984). Cuando llegaron los resultados del laboratorio forense, la policía vio que no le podían acusar de nada. Cuando finalmente se consiguió identificar el compuesto como x.-metil-fentanilo (la primera estructura que propusieron los químicos de la DEA, 3-metil-Fentanilo, resultó ser errónea; Ayres et al. 1981; Baum 1985) y se clasificó esta droga como ilegal, los ingeniosos químicos crearon el parafluorfentanilo, que era aún perfectamente legal. Finalmente, el gobierno urdió la “Ley sobre Análogos de Sustancias Controladas” en virtud de la cual cualquier análogo químico o farmacológico de una droga legal se consideraría ilegal. Este es un claro ejemplo de ambigüedad anticonstitucional, purísima esencia de represión arbitraria y selectiva, cristalizada de una forma mucho más potente que cualquier derivado del Fentanilo. No importa que esta absurda ley convierta en ilegal cualquier cosa que pueda no gustarle a un jefe de policía o a un fiscal de distrito (Shulgin 1992), o que, de hecho, esté ilegalizando toda investigación científica sobre drogas psicoactivas y poniendo a todo el campo de la química bajo sospecha; lo importante es que, simplemente, no va a funcionar. Permitirá sin duda demandar a fabricantes de nuevos análogos, en las extrañas ocasiones en que sean detectados, pero el genio ha salido ya de la botella. Las leyes han hecho que la síntesis de drogas sea tan rentable, y es una tarea tan sencilla que ninguna ley podrá detenerla, ni siquiera la pena capital. Los químicos del mercado negro usan la legislación como manual para encontrar en las listas de drogas controladas ideas para nuevos productos (Shulgin y Shulgin 1991). Ya que hemos tocado el tema de la ambigüedad constitucional, es importante destacar que las investigaciones científicas continúan descubriendo nuevas especies vegetales (y animales) que contienen compuestos ilegales. Ciertas sustancias controladas, como DMT, morfina y codeína, parecen ser neurotransmisores de los mamíferos en general, por lo cual el dueño de perros y gatos (u otros mamíferos) se halla siempre en posesión no autorizada de una droga ilegal. Como veremos en el Capítulo 5, se conocen actualmente al menos 89 especies de setas que contienen la sustancia ilegal psilocibina, y puede suponerse con seguridad que otras 57 especies también contienen este compuesto. Este libro menciona unas 250 especies vegetales que contienen reconocidamente drogas ilegales. Algunas, como el pasto Phalaris arundínacea, son artículos de consumo habituales que pueden comprarse por toneladas. Otras, como las setas que contienen psilocibina, crecen al azar por todo el mundo. Como uno tendría que ser un experto en taxonomía vegetal y fitoquímica, y estudiar regularmente las últimas investigaciones tan sólo para saber qué plantas son ilegales (plantas que pueden crecer espontáneamente en nuestra propiedad en cualquier momento), puede afirmarse que las leyes que proscriben estas plantas son inconstitucionalmente vagas, pues no está claro para el ciudadano de a pie, y de hecho para nadie, qué ilegalizan estas leyes. De hecho, con la entrada en vigor de la “Ley Sobre Análogos de Sustancias Controladas” de 1986, cabe decir que todas las especies vegetales y animales son ilegales, al antojo del gobierno. Si no es un experto en diversos campos científicos, y dedica tiempo y esfuerzo considerables a mantenerse al día sobre las últimas investigaciones fitoquímicas y botánicas, algunas de las cuales están publicadas en alemán (Gartz 1986c), castellano (Guzmán 1983), francés (Heim y Kofmann 1958), italiano (Festi 1985, Fiusello y Ceruti-Scurti 1972; Samorini y Festi 1989), checo (Pouzar 1953), noruego (Kvamde y Edemberg 1979; Nordbo 1979) y otras lenguas, no hay modo de que un ciudadano pueda estar seguro de no hallarse en posesión ilegal de una droga prohibida. He ahí el resultado de unas leyes erróneas, que se centran en eliminar el suministro. Mientras haya una demanda de drogas ilegales, y mientras las leyes garanticen, o mejor, subvencionen la rentabilidad derivada de satisfacer esta demanda, la gente hará cola para poder entrar en este negocio. Como reconocen incluso las personas bien informadas que se oponen a una legalización, solo teniendo como objetivo luchar contra la demanda podremos avanzar hacia una reducción en el consumo de drogas ilícitas (Goldstein y Kalant 1990; Jarvik 1990). Una propaganda vacía de contenido acompañada de una “guerra” contra el consumidor (recuerden que el 75% de las detenciones en Estados Unidos son por simple posesión ), al que se trata de sabandija y vector de transmisión para una “plaga” (Szasz 1974) sólo consigue alienarlo aún más de la autoridad. Sólo tratando a la gente con respeto y ofreciendo información imparcial, junto a alternativas viables (y la cárcel no es un método disuasorio efectivo ni una alternativa viable; Packer 1968; Skolnick 1968) podrán las autoridades gubernamentales tener alguna la esperanza de disuadir a consumidores de esta o aquélla droga.  Hay pruebas de que las campañas informativas pueden influir en el consumo de drogas (Ellickson y Bell 1990). La respuesta es persuasión, no-coacción, y la voz persuasiva debe ser moralmente impecable. Como lamentaba el Hamlet de Shakespeare:
“esa es la cuestión”




PHARMACOTHEON (2)



PERSPECTIVA CIENTÍFICA

Las leyes contra las drogas se justifican típicamente como “leyes para la protección de la salud pública”. De forma que el sentido común juzga que, promulgando y aplicando tales leyes, los gobiernos ejercen una función paternal de proteger a los ciudadanos de peligros contra la salud, como harían concibiendo y aplicando leyes sobre la eliminación de aguas residuales, vacunación de escolares o contaminación atmosférica causada por vehículos o industria. Contemplada desde esta perspectiva, la prohibición de las drogas parece benigna, incluso beneficiosa. Ese punto de vista ha enraizado tan firmemente en la opinión pública que este concepto es aceptado universalmente como una actividad legítima, e incluso una solemne responsabilidad por parte tanto de los gobiernos capitalistas como de los socialistas (Szasz 1974; Szasz 1992). En los Estados Unidos solo el partido libertario se ha opuesto firmemente a la prohibición de las drogas, por considerarla un abuso de poder del gobierno. En algunos piases, la violación de estas leyes se llama eufemísticamente “delito contra la salud pública”. No obstante, observado desapasionadamente y desde una perspectiva estrictamente científica, esta justificación en la salud pública simplemente no se sostiene, y colocando ciertas drogas fuera de los procesos de control de calidad farmacéuticos, los gobiernos están traicionando a su responsabilidad de proteger el bienestar público. Aunque algunos consumidores potenciales son disuadidos por las leyes que prohiben las drogas de su elección, muchos - quizá la mayoría - no son disuadidos. Durante el experimento que fue la prohibición federal del alcohol en Estados Unidos, en el periodo 1920-1933, parte de los antiguos bebedores aceptaron abandonar el alcohol y obedecieron la ley, mientras otros muchos - como mínimo la mitad - continuaron consumiéndolo a pesar de todo. Vale la pena subrayar que el “uso” del alcohol, como ocurre hoy con el uso de ciertas drogas penalizadas, continuó siendo legal en algunos casos excepcionales: el vino sacramental, por ejemplo, se podía elaborar y dispensar; también los médicos descubrieron de repente que el alcohol era una panacea, y a recetarlo generosamente. Aunque es imposible establecer cifras exactas sobre el uso actual de drogas ilegales, o la eficacia de las leyes prohibicionistas (Barnes 1988c), no hay duda que muchos usuarios, entre 20 y 40 millones sólo en Estados Unidos, es decir: entre un 10 y un 20 % de la población adulta (Goldstein y Kalant 1990; Nadelmann 1989), no son disuadidos por las leyes, de modo que las usan ilegalmente. Durante la época de la prohibición del alcohol muchos bebedores habituales sufrieron intoxicaciones accidentales causadas por metanol y otros disolventes; venenos que nunca habrían usado si se hubieran hecho los pertinentes controles para determinar la pureza del alcohol y su concentración. Este tipo de envenenamiento desapareció cuando el uso lúdico del alcohol y su venta a tal fin volvieron a ser legales. Del mismo modo mueren cada año prematuramente unas 3.500 personas en los Estados Unidos debido al uso de drogas ilegales, tratándose en muchos casos de las llamadas muertes por sobredosis de drogas inyectables, principalmente opiáceos (Goldstein y Kalant 1990). Aunque estas muertes sean presentadas como “sobredosis de heroína”, la gran mayoría se debe a los adulterantes y contaminantes presentes en estos preparados (Chein et al. 1964; Escohotado 1989 a). Después de todo, las muestras típicas suelen tener un bajo porcentaje de heroína o algún otro sucedáneo sintético. Además contienen polvo, ácaros y otros minúsculos artrópodos,
esporas, virus y bacterias que pueden causar infecciones y muertes súbitas por shock anafiláctico o por la toxicidad de alguno de los adulterantes. Hay que destacar que la inyección o incluso la autoadministración de dosis conocidas y estériles de opiáceos de calidad farmacéutica es un procedimiento común y seguro. Procediendo de este modo, las muertes son virtualmente desconocidas.

Por lo que respecta a los presumibles efectos ecológicos adversos causados por la producción ilegal de drogas, éstos son consecuencia directa de estas mismas leyes. Los programas oficiales para la erradicación de cultivos a través de fumigaciones con 2,4-D, Paraquat y otros herbicidas, ocasionan la exposición de los fumadores de marihuana a residuos tóxicos. Por no mencionar la destrucción masiva de ecosistemas y los efectos nocivos para la salud de las poblaciones expuestas que ocasionan estos herbicidas. Las leyes antidroga promueven la contaminación incontrolada de zonas de selva virgen por las que se han dispersado los laboratorios clandestinos. Si estas drogas ahora perseguidas se hallaran bajo protección legal, se fabricarían abiertamente en instalaciones adecuadas, cuyas emisiones de residuos líquidos y gaseosos podrían ser controladas eficazmente. Nuestras autoridades sanitarias no sólo están traicionando su responsabilidad sobre el control de pureza de los productos farmacéuticos, sino que las autoridades medioambientales son culpables de negligencia al descuidar la protección del entorno y la salud pública. Ciertamente, la inyección de las muestras de droga que se hallan habitualmente en el mercado negro, se ha convertido en el mayor factor de transmisión de SIDA, hepatitis y otras enfermedades. En Estados Unidos y Europa alrededor del 25% de todos los casos de SIDA, principalmente entre  heterosexuales y niños, son resultado directo o indirecto de la administración intravenosa de drogas (Nadelmann 1989). En los Estados Unidos y otros países retrógrados se ha impuesto la práctica salvaje de negar la venta de jeringuillas sin receta médica. Pero en la gran mayoría de países las jeringuillas estériles se venden sensatamente en farmacias a un bajo precio, o incluso en supermercados, sin receta alguna. La Cámara de los Diputados de Estados Unidos aprobó recientemente una resolución contraria al uso de fondos federales en los programas estatales o locales de reparto de jeringuillas, destinadas a frenar la propagación del SIDA a través del uso de drogas (Hamilton 1992). Esta medida cruel y equivocada es directamente responsable - cuando menos - del 25% de los nuevos casos de SIDA en Estados Unidos. Lejos de proteger la salud pública, la prohibición está extendiendo dramáticamente varias epidemias y contribuyendo a la muerte de miles de personas por “sobredosis”, personas a las que se niega la protección de la FDA (Food and Drug Administration) o instituciones equivalentes en otros países. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta que no todas las drogas del mercado negro son embriagantes (Kreig 1967) y que no todos los que las usan son hedonistas o buscadores de emociones. Debido a la naturaleza restrictiva y monopolizadora de la industria farmacéutica de Estados Unidos, existe un mercado negro de fármacos terapéuticos cuya venta no ha sido aprobada por la FDA, pero para los que existe una demanda. Ejemplos recientes son el controvertido anticancerígeno Amigdalina Laetrile; el dimetilsulfóxido (DMSO), usado por vía tópica en el tratamiento de contusiones y torceduras (los usuarios se ven forzados a utilizar DMSO industrial al no poder adquirir uno de calidad farmacéutica), y fármacos anti-sida como el Retrovir o ázidotimidina (AZT). Gracias a reformas en la FDA ha aumentado la disponibilidad de este fármaco, que ha desaparecido prácticamente del mercado negro.

Otro fármaco anti-sida, el Dexulato o sulfato de dextrano, es un nuevo ejemplo de medicamento que los pacientes estadounidenses deben “contrabandear” desde otros países (Booth 1988 b). Hay incluso una categoría de fármacos en el mercado negro que no se pueden clasificar como embriagantes ni como agentes quimioterápicos. Son ciertos productos de la biotecnología que los atletas están empezando a usar ilícitamente. Actualmente hay un comercio ilegal de la hormona del crecimiento humano (hGH) y del Eprox o eritropoyetina humana, que se usan clandestinamente para mejorar el rendimiento deportivo (Spalding 1991). El volumen de dinero movido anualmente por los esteroides ilegales ha sido estimado en 100 millones de dólares (Marshall 1988d) y se encuentra en plena expansión. Estos esteroides se venden incluso en tiendas de dietética. También hay esteroides que además de aumentar el rendimiento son psicoactivos. Científicos de Alemania del este desarrollaron un espray nasal que contenía un análogo psicoactivo de la testosterona, para que lo usaran sus atletas olímpicos (Dickman 1991). La política prohibicionista también causa daños a la salud pública. Ciertas drogas embriagantes prohibidas actualmente tiene valiosas propiedades terapéuticas y, por consiguiente, una capacidad de aliviar el sufrimiento humano. Sin embargo, no se estudian sistemáticamente ni se desarrollan como productos farmacéuticos, debido al mal nombre que les dio su errónea clasificación legal. Como veremos en el Capítulo 2, la LSD fue desarrollada originalmente por la compañía Sandoz, de Suiza, como medicamento con el nombre comercial de Delysid. Este nuevo fármaco mostró prometedoras cualidades en psicoterapia (Delay et al. 1959b; Grinspoon y Bakalar, 1979; Grof, 1975; Heim, 1961; Naranjo, 1973a; Rátsch, 1989), y esperanzador en un campo aún más excitante, como coadyuvante analgésico y psicoterápico en el tratamiento de pacientes con dolorosos cánceres terminales y otras enfermedades incurables. La LSD, la DPT (véase capítulo 3) y otros enteógenos demostraron ser valiosos analgésicos de larga duración, que no entorpecían ni nublaban la conciencia de pacientes sometidos a dolores extremos, a diferencia de los analgésicos opiáceos (Kast 1963; Kast 1966; Kast 1970; Kast y Collins 1964; Pahnke et al. 1970a; Pahnke et al. 1970b). Estos fármacos también demostraron su valor en la “psicoterapia breve”, ayudando a que pacientes moribundos hiciesen frente a su situación (Grof y Halifax 1973; Pahnke 1970; Pahnke 1971; Pahnke y Richards 1990: Richards 1975; Richards et al. 1977; Richards et al. 1979). Gracias a su probado valor medicinal, el gobierno suizo ha recalificado la LSD como agente psicoterapéutico experimental, con lo cual vuelve a ser recetable por médicos (Hofmann 1991; Rayl 1992). Los enteógenos también se han mostrado útiles en el tratamiento del alcoholismo (Mikuriya 1971; Mikutiya 1973; Rhead et al. 1977; véase el análisis que hacen Grinspoon y Bakalar 1979 de estas controvertidas investigaciones). A pesar de esa plétora de efectos terapéuticos beneficiosos, el desarrollo de los enteógenos como medicamentos fue parado en seco por su ilegalización y su ilógica incorporación a la Lista I, junto a fármacos sin ninguna utilidad terapéutica aceptada. La decisión impidió cualquier investigación posterior en estos campos. Incluso otras sustancias visionarias aún más injustamente tratadas, como el anestésico fenciclidina (PCP, Sernyb, o su pariente la Ketamina (Ketalar o “vitamina IC”, usada por algunos como enteógeno; Moore y Altounian, 1978) han demostrado su potencial como medicamentos: como antagonistas de ciertos agonistas cerebrales del receptor del ácido N-metil- D-aspártico, y como agentes protectores frente a lesiones cerebrales causadas por embolias y otras afecciones neurológicas (Barinaga 1990b; Olney et al. 1991). Se ha propuesto también aprovechar la capacidad de la psilocibina para estimular ciertas áreas del cerebro en el diagnóstico de algunos problemas circulatorios y de otro tipo (Gartz 1993), quizás en combinación con técnicas de proyección por resonancia magnética. Incluso la heroína, considerada como veneno mortal en Estados Unidos, continúa siendo valorada como medicamento en países como Gran Bretaña. Conocida con el nombre de Diamorphine, la heroína se considera más segura que la morfina para el tratamiento del dolor, en casos de infarto de miocardio (McDonald et al. 1967). Como la heroína, al igual que la LSD, tiene aplicaciones médicas legales en países avanzados científicamente, su clasificación legal en la Lista 1 (fármacos sin utilidad terapéutica aceptada) es claramente falsa y perjudicial. La droga ilegal cuyo uso médico se conoce mejor es la marihuana (véase Apéndice A, Paton et al. 1973; Roffman 1982; Zinberg 1979). Esta droga ha mostrado propiedades medicinales valiosas. Su aplicación terapéutica principal es prevenir nauseas en pacientes sometidos a quimioterapia anticancerígena o contra el SIDA, así como en el tratamiento del glaucoma, para disminuir una presión intraocular que puede ocasionar ceguera (Roffman 1982; Zinberg 1979). Tanto la marihuana fumada como la ingestión oral de tetrahidrocannabinol (THC o Marinol, uno de sus principios activos) han demostrado ser útiles en el tratamiento de cáncer, SIDA y glaucoma. Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos, - alegando evitar “mensajes confusos” sobre el tema de la marihuana - ha detenido su distribución a nuevos enfermos, aunque las pastillas de Marinol seguirán estando disponibles (Blumenthal 1992). Pero hay datos que indican la mayor efectividad de la marihuana fumada en algunos pacientes (Roffman 1982). Además, el tratamiento sería más barato si se permitiese el cultivo de la planta para esta finalidad. En cualquier caso, el gobierno de los Estados Unidos sí que difunde mensajes confusos con respecto a la marihuana y el THC: por un lado, la planta y su principio activo se hallan clasificados en la Lista 1 (“sin utilidad terapéutica aceptada”), pero el mismo gobierno muestra su error distribuyendo la planta y THC para uso medicinal. Evaluando el efecto negativo de la prohibición sobre la investigación médica en un artículo reciente publicado en la revista Science, un profesor de la Universidad de Princeton manifestó (Nadelmann 1989): Las leyes y la política sobre drogas actuales entorpecen los esfuerzos de los investigadores para dilucidar estos y otros potenciales usos terapéuticos de las drogas ilegales, hacen virtualmente imposible su prescripción legal, sobre todo de las incluidas en la Lista I, a aquellos que podrían
beneficiarse de ellas. Y contribuyen en gran medida al escaso tratamiento que recibe el dolor, como en general reconoce la profesión médica en Estados Unidos. 


Estos y otros ejemplos subrayan que un resultado decididamente negativo aparejado a la prohibición de los enteógenos es la restricción que afecta a prometedoras líneas de investigación clínica y privar al público de medicamentos potencialmente valiosos. Las leyes pues están funcionando en detrimento de la salud pública. Mientras tanto, las drogas prohibidas están al alcance de cualquiera a la vuelta de la esquina. De este modo, el consumidor se ve privado de las garantías de control de calidad que, pagando sus impuestos, la FDA (y organismos análogos en otros países) debería proporcionar. En efecto, los “yonquis” y “fumetas melenudos” pagan también impuestos y tienen el mismo derecho a la protección que los “entusiastas de la nicotina” o los “fanáticos de la ginebra con pelo corto”. Dejaremos para el siguiente capítulo el análisis de cómo la criminalización y mercado negro de las drogas han puesto en peligro la salud pública. Tan grave como privar a la farmacopea de medicamentos potencialmente valiosos ha sido la limitación que han sufrido las investigaciones científicas a consecuencia de la prohibición. A causa de los problemas burocráticos asociados a toda investigación que requiera el uso de sustancias controladas (Strassman 1991), y debido a la estigmatización que sufre este campo a los ojos de los funcionarios encargados de otorgar subvenciones y a los de los colegas científicos, que miran con lupa las solicitudes de beca o deciden quien permanece o no en una institución, etc., las investigaciones sobre los enteógenos desaparecieron prácticamente, como consecuencia de su control legal, a mediados de los sesenta. De hecho, la investigación sobre aplicaciones y aspectos positivos de estas sustancias se considera “El beso de la muerte” para una carrera científica convencional. Nuestra cultura científica considera que “simplemente dirá no” a la información que pueda desprenderse del estudio de estas sustancias (Horowitz 1991), información que podría ser vital para progresar en nuestra comprensión sobre el funcionamiento básico del cerebro. Los científicos se ven así obligados, por razones políticas, a prescindir de un instrumento que les permitiría abordar el clásico dilema filosófico cerebro versus mente, es decir, la bioquímica de la propia conciencia. Desde el hallazgo de que el enteógeno ilegal DMT es un neurotransmisor del cerebro de los mamíferos (Christian et al. 1976; Christian et al. 1977; Corbett 1978), la investigación de otros enteógenos indólicos emparentados con él (muchos de los cuales ya ilegales) se ha convertido en una línea prometedora para neuroquímicos dedicados a la investigación del procesado de información en el cerebro, así como para la investigación biomédica interesada en el desarrollo de agentes terapéuticos capaces de modificar disfunciones patológicas en el sistema nervioso central (SNC). Las leyes luchan activamente contra este tipo de investigaciones. Sin embargo, seguirán adelante, quizás en países con menos restricciones o con una política más lúcida hacia las drogas. La aprobación en Estados Unidos de la “Ley sobre compuestos análogos a sustancias controladas” (1986) ha sido ampliamente percibido como una forma de ilegalizar toda investigación que implique la síntesis de enteógenos o compuestos análogos - que pasarían a ser automáticamente ilegales - para el estudio de sus efectos en seres humanos (Repte 1992). En Estados Unidos ha pasado a ser ilegal incluso el intento de sintetizar y probar sustancias completamente nuevas... El gobierno pretende básicamente la ilegalización de cualquier cosa que no sea lo expresamente autorizado. Para que luego hablen de la planificación centralizada y el control gubernamental de la industria
en los países socialistas. Esta reglamentación legal excesiva condenará finalmente a la industria farmacéutica norteamericana a una inferioridad económica y tecnológica, pues la próxima generación de psicotropos se desarrollará en alguna otra parte. Cuando un químico estadounidense, empleado en un empresa fannacéutica de Estados Unidos, publicó (antes de promulgarse la ley de 1986) investigaciones éticamente intachables y realizadas en su tiempo libre sobre nuevos análogos - completamente legales - de la DMT, su compañía fue sometida a una investigación especial por parte de la FDA y él fue amenazado con despido. Cuando las compañías farmacéuticas ven limitada su actividad por una excesiva regulación, simplemente invierten en algún otro lugar, donde puedan llevar a término sus investigaciones con las mínimas interferencias. Un ejemplo reciente fue la decisión de la multinacional suiza Ciba-Geigy de no construir de una nueva fábrica en su ciudad de origen, Basilea. Debido al poder político de los activistas suizos antibiotecnología, la compañía decidió cancelar planes de construcción valorados en 125 millones de dólares, y llevarse su planta al otro lado de la frontera, a la localidad francesa de Huninge (Aldhous 1992). Es innecesario señalar que muchos puestos de trabajo en Basilea se han visto amenazados por esta decisión. Además de impedir la investigación neuroquímica, y privar al publico de eficaces medicamentos, la prohibición ocasiona daños colaterales a la ciencia. Un importante y reciente ejemplo es la instalación por parte del gobierno de Estados Unidos de una serie de “aerostatos” - es decir, globos equipados con sofisticados equipos de radar y fijados a unos 3000 metros de altura a lo largo de la frontera con México y la costa de Florida. La función de estos aerostatos es controlar el tráfico aéreo no comercial a través de la frontera, en busca de aviones implicados en el contrabando de drogas. Estos globos-radar interfieren las investigaciones radioastronómicas de los observatorios de Arizona y otros lugares. Porque son potentes radiotransmisores en la gama de los 1215-1350 MHz, que “ciegan” los equipos astronómicos sensibles al desplazamiento al rojo del espectro del hidrógeno en galaxias lejanas (Stone 1991). Una vez más, es la investigación quien sufre debido a la obsesión del gobierno de Estados Unidos de luchar contra las drogas, una política que se está haciendo cada vez más anticientífica e irracional. Como ciudadano de Estados Unidos, me resulta profundamente embarazoso observar el espectáculo que ofrecen esos globos atados a lo largo de la frontera con México... ¿Se lo pueden imaginar? ¡Globos! El país y su depauperada economía, mal dirigido por un gobierno anticientífico, se empieza a parecer cada vez más a una inmensa feria.


(continúa pronto)

PHARMACOTHEON (1)

Prólogo: por Albert Hofmann


Uno de los aspectos más importantes para valorar un libro recién publicado es su actualidad, es decir, que aborde la problemática de su tiempo. Evaluado bajo este criterio, Pharmacotheon, el nuevo libro de Jonathan Ott, es de la mayor actualidad, ya que nos encontramos ante una valiosa contribución al debate global sobre uno de los problemas más serios de nuestro tiempo, el problema de las drogas. Más aún, al valorar un libro nuevo se deben establecer comparaciones con publicaciones previas aparecidas sobre el mismo campo. En este sentido, Pharmacotheon es también una valiosa obra, pues se distingue de los numerosos libros sobre drogas que han aparecido en los últimos años en dos aspectos fundamentales. Es el primer compendio científico exhaustivo que se publica sobre el campo de los enteógenos, un sector particularmente interesante del mundo de las drogas. El libro subraya especialmente estos dos aspectos de extensión y rigor científico, ya que en él se tratan pormenorizadamente todos los aspectos relacionados con estas drogas: botánicos, químicos, farmacológicos, etnológicos e históricos. El especialista encontrará también una extensa bibliografía donde aparecen todas las fuentes publicadas que se citan en el texto. Además de exponer de forma rigurosa y amplia los hechos objetivos relativos a los enteógenos, aborda en detalle el significado y la importancia que han adquirido este tipo de psicótropos en la sociedad contemporánea.

La yuxtaposición de los aspectos científicos objetivos con la parte experimental y puramente subjetiva del problema de las drogas define el carácter excepcional de Pharmacotheon y le dota de un valor singular. Sólo podría haber sido escrito por una persona como Jonathan Ott, que combina el talento polifacético del escritor creativo con el conocimiento especializado del científico (Ott se licenció en química orgánica).


Ott describe estas sustancias como uno de los instrumentos capaces de ayudarnos a superar nuestra visión materialista del mundo, a la cual podemos atribuir, en última instancia, todos los grandes problemas de nuestro tiempo: contaminación del medio ambiente; abusos espirituales, políticos, sociales, guerras. Estos medicamentos que la naturaleza ha concedido a la humanidad (los enteógenos más importantes son de origen vegetal) no deberían ser negados a la sociedad contemporánea. De ahí la postura apasionada de Ott contra la prohibición. Permítanme que haga aquí un comentario sobre esta consideración de los enteógenos como regalo del mundo vegetal. Aunque conocemos la función de la mayoría de los constituyentes de las plantas, no sabemos de qué utilidad les pueden ser ciertas sustancias fitoquímicas llamadas alcaloides. No sabemos cómo los usa la planta, pero es indudable que no son esenciales para su vida. Hemos llegado a esta conclusión observando cómo dentro de cada especie vegetal productora de alcaloides hay variedades botánicas idénticas que no los contienen. Si los constituyentes enteogénicos no tienen ninguna función vital para la planta, se plantea la pregunta: ¿por qué los producen?, ¿será especialmente para la humanidad?. La respuesta a esta pregunta, que se halla implícita en los ritos donde intervienen enteógenos, constituye una cuestión de creencias. Jonathan Ott vive en México, en un rancho en las montañas del estado de Veracruz, que lleva por nombre Ololiuhqui. Esta palabra tiene un significado especial. Ololiuhqui es el nombre azteca de una de las antiguas drogas mágicas de México, las semillas de ciertos dondiegos de día (Convolvulaceae). El ololiuhqui forma parte de mi amistad con Jonathan. Mis investigaciones químicas sobre estas semillas condujeron al feliz descubrimiento de que sus principios activos enteogénicos son alcaloides, entre los cuales está la amida del ácido lisérgico, estrechamente emparentado con la LSD o dietilamida del ácido lisérgico. De ello se sigue que la LSD, que hasta entonces había sido considerada un producto sintético del laboratorio, pertenece de hecho a la familia de las drogas sagradas mexicanos. Tuve la fortuna de que Jonathan Ott tradujese al inglés uno de mis libros: LSD my problem child. Gracias a ello, percibí su extenso conocimiento sobre el tema de las drogas vegetales, así como su maestría literaria. Ya estamos en deuda con Jonathan Ott por tres valiosos libros: Hallucinogeníc plants of North América , Teonanácatl Hallucinogenic mushrooms of North América y el delicioso The Cacahuatl Eater: Rumiations of an Unabashed chocolate Addíct. Le deseo a Jonathan Ott que esta nueva y trascendental publicación reciba la atención que merece, tanto en los círculos especializados como entre los profanos interesados por el tema.

Albert Hofmann
Burg i.l. Suiza
Noviembre 1992




NOTA SOBRE EL TEXTO

Como es inmediatamente obvio a partir de mi título, utilizo el neologismo enteógeno a lo largo de este libro. Se trata de una nueva palabra, propuesta por un grupo de estudiosos entre los que se encuentran el Dr. R. Gordon Wasson, el profesor Carl A. P. Ruck y yo. A partir de la experiencia personal sabemos que los embriagantes chamánicos no provocan “alucinaciones” o “psicosis”, y como creemos que es una incongruencia referirse al uso chamánico tradicional de plantas psiquedélicas (palabra peyorativa para muchos, que invariablemente se asocia con el uso occidental de la droga en los sesenta), acuñamos este nuevo término en 1979 (Ruck et al. 1979). Describo en profundidad la historia de los nombres de las plantas sagradas en el Capítulo 1, nota 1. Me alegra poder decir que, catorce años después de haber lanzado el neologismo al mundo literario, la palabra ha sido aceptada por la mayoría de los expertos en este campo, y ha aparecido impresa por lo menos en siete lenguas. Este término no se refiere a una clase de drogas farmacológicas específicas (algunos, por ejemplo, entienden por psiquedélicos, drogas indólicas y fenetilamínicas con un efecto tipo LSD o mescalina), más bien designa drogas que provocan éxtasis y han sido utilizadas tradicionalmente como embriagantes chamánicos o religiosos, así como sus principios activos y sus congéneres sintéticos. Del mismo modo, evito usar la palabra intoxicante en favor del más apropiado y supuesto sinónimo embriagante. Intoxicante (del latín toxicum, veneno) es una palabra peyorativa y sugiere al desinformado la borrachera decididamente no sagrada de alcohol etílico (etanol) - embriagante tradicional de la sociedad occidental. Un vistazo al diccionario mostrará que embriagante no posee este estigma, y el Oxford English Dictionary (Compact Edition, p. 1423) muestra que si bien esta palabra también ha llegado a relacionarse en Occidente con el alcohol, el primer uso de embriagante (en 1526) es lo opuesto: “this inebriacy on or heuenly dronkennesse of the spiryte.” [N. del T. “ Esta ebriedad celestial del espíritu.”] En el capítulo 4, nota 1, resumo la historia de otro término peyorativo para las drogas sagradas: narcótico; y en el Capítulo 4, Nota 2, comento que “sagrado intoxicante” es autocontradictorio. Debemos recordar que la gran mayoría de la gente no ha experimentado los enteógenos, y que tiene la tendencia a catalogar los embriagantes desconocidos junto al alcohol. Evitemos prejuzgar estos embriagantes sagrados utilizando obtusamente terminología que está siempre vinculada a estados alcohólicos. Por lo mismo, he descartado la palabra recreativo para indicar el uso no médico o extracientífico de drogas. Yo mismo he incurrido en el abuso de este trivial término, que tiende a abaratar y a recubrir de prejuicio el uso actual de drogas enteogénicas. Como sé que muchos usuarios actuales de estas drogas sienten el más profundo respeto hacia lo que, correctamente, consideran maestros vegetales” (Luna1984b), y los emplean seriamente, de alguna manera buscando la visión (Drury 1989; Rätsch 1991), su consumo no puede llamarse “recreativo”. No se me oculta tampoco que muchos emplean enteógenos descuidadamente, de manera infraespiritual. En consecuencia, me sirvo de un término menos habitual y neutro  ludibundo, o en su variante lúdico para referirme en general al uso contemporáneo de drogas enteogénicas. La palabra, que deriva del latín ludere, “jugar”, significa literalmente “divertido, lleno de juego” (Oxford English Dictionary, Compact Ed., p. 1675). Hablo de drogas ludibundas, o de uso lúdico, para excluir expresamente el uso moderno de “recreativo” para videojuegos y máquinas tragaperras. Algunos discutirán que use la expresión indio, en vez de la “políticamente correcta” aborigen americano. Pero yo soy también un “aborigen americano”, y hasta tengo un pequeño porcentaje de sangre india, aunque nadie me llamaría indio. Este término deriva, al parecer, de la equivocación de Colón, que creyó estar en la India cuando arribó a las Américas. Pero hay una explicación alternativa. Se ha indicado que en tiempos de Colón el nombre más común para la India era Hindustán, y los hispanoparlantes siguen llamando hindués, y no indios, a personas de la India. Un prominente portavoz, “aborigen americano”, alegó que la palabra indios viene de endios, refiriéndose al hecho de que los habitantes del Nuevo Mundo les parecieron a los europeos personas que vivían “ en dios”, de un modo natural, próximos a la tierra como otros animales, con escaso artificio o civilización. En este sentido indio no es denigrador, y lo empleo con tal espíritu, por respeto y en beneficio de la precisión. Por lo mismo, hablo de culturas ágrafas, en vez de primitivas. He adoptado también el excelente término psiconauta, acuñado por Ernest Jünger (Jünger, 1970), para viajeros que emplean como vehículo drogas enteogénicas (aunque el término fue acuñado en Alemania dos décadas antes, un investigador americano se ha proclamado autor del neologismo; Siegel, 1989). Solemos hablar de “viajes” con drogas, y la palabra de Jünger es precisa y hermosa. Por razones que expliqué en mi libro sobre el chocolate (Ott 1985; Ott 1993b), borro el término “abuso de droga”. Esta expresión políticamente incorrecta “indica cualquier uso (sea moderado y controlado, o inmoderado y excesivo) de ciertas drogas proscritas por ley o costumbre; aunque sea excesivo, el así llamado “abuso” de otras drogas sancionadas legalmente, como tabaco, café y (en el mundo no mosaico) bebidas alcohólicas se censura sin aspereza, como simple mal hábito o indiscrección dietética... Examino de cerca este punto en el Proemio. Con ayuda de Dale Pendell, he acuñado las palabras matriteístico y patriteístico, para referirme a culturas que giran en torno a deidades femeninas y masculinas respectivamente. También me refiero a Nuestra Señora Gea (o Gäa en alemán), y no a la mala transcripción Gaia, cuyo efecto es conseguir que el nombre de la diosa más femenina suene a semi-masculino. Uso la palabra chamán, que proviene de la palabra saman, usada por los tunguses siberianos para el “hombre-medicina”, otrora mencionado a través del peyorativo “hechicero”. Se ha sugerido que la palabra chamán es asiática y no resulta apropiada para describir a practicantes del nuevo mundo, y Schultes y Raffauf (1992) han elegido recientemente el término payé. Al igual que la palabra “chamán”, los equivalentes en quechua (yachaj) y mazateca (cho-ta-ci-ne) significan siempre algo próximo a “alguien que sabe”, y prefiero usar “chamán”, que entienden bien los no especialistas, y se acepta en la literatura científica como término genérico para describir a esos sabios tradicionales... los que saben. Mi amigo y mentor Albert Hofmann ha tenido la amabilidad de escribir el prólogo de este libro, y me alegra publicarlo al cumplirse el 50 aniversario de su monumental descubrimiento sobre los efectos de la LSD. Espero que Pharmacotheon marque el amanecer de una nueva era de tolerancia científica y entendimiento en materia de drogas enteogénicas; que por fin empiece a comprenderse su pleno potencial.


Los profetas Isaías y Ezequiel comieron conmigo. Les pregunté cómo se atrevían a afirmar tan rotundamente que Dios les hablaba; y si no habían pensado que iban a ser malinterpretados y en consecuencia podrían ser causa de imposición. Me respondió Isaías: No vi ningún Dios ni le oí en ninguna percepción orgánica finita; pero mis sentidos descubrieron el infinito en todas las cosas.

William Blake Marriage of Heaven and Hell
(Las bodas del cielo y el infierno)


 Mis sentidos descubrieron ubicuo durante una noche de verano, hace un cuarto de siglo en Pennsylvania; y algún tiempo después en Hawai, mientras los brillantes rayos de luna danzaban sobre un mar tropical. Más tarde reapareció, en las remotas montañas de Oaxaca, cuando los rayos poderosos del Tláloc bramaban en los cielos y estallaban contra la Madre Tierra, en el distante fondo del valle y en los imponentes bosques ecuatorianos de Sacha Runa, bajo la dulce melodía del ícaro silbado por el chamán al ritmo susurrante y seco de su abanico de hojas. Pues tuve el privilegio de ser iniciado al reino sagrado de los enteógenos, sacramentos vegetales que enseñaron a incontables generaciones de la familia humana; tuve salvoconducto para captar en un huidizo relámpago lo que hay tras el velo de nuestra Señora Gaia; he bebido el Amrta de Indra, la ambrosia de los dioses olímpicos, la poción de Deméter. Durante unos breves y benditos instantes pude mirar fijamente el abrasador tercer ojo de Shiva. Agraciado por estas y otras visiones sagradas, mi vida se transformó y enriqueció desmesuradamente... Me convertí en un iniciado a los sagrados misterios de la antigüedad, en aquello que los antiguos griegos llamaban un epoptes, el que ha contemplado lo divino. Este libro versa sobre estos maravillosos enteógenos, sus misteriosos sacramentos vegetales y los principios activos que contienen. El término “enteógeno” fue propuesto por los filósofos Carl A. P. Ruck y Danny Staples, por el pionero en el estudio de los enteógenos, R. Gordon Wasson, por el etnobotánico Jeremy Bigwood y por mí mismo. El neologismo deriva de una antigua palabra griega que significa “dios generado dentro”, término que usaron para describir estados de inspiración poética o profética y para describir un estado enteogénico inducido por plantas sagradas.


Este término sustituye a las palabras peyorativas “psicotomimético” y “alucinógeno” con sus connotaciones de psicosis o alucinación. o a la palabra “psiquedélico” que se asocia a la cultura popular de los años sesenta (música, arte psiquedélico etc.), lo cual hace que sea inapropiado para referirse al uso chamánico de una planta. He resumido la lógica que justifica el uso de la palabra enteógeno en el Capítulo 1, Nota 1, y sugiero al lector interesado que consulte los estudios originales donde se propuso el término (Ruck et al. 1979; Wasson et al. 1980b). Los lectores se preguntarán, y con razón “¿por qué escribir un libro más sobre estas drogas?”. En el transcurso del tiempo he visto aparecer textos muy buenos sobre el tema. Podría mencionar, en concreto, un tratado científico 77te Botany and Chemict,,y of Hallucinogens del etnobotánico norteamericano Richard Evans Schultes y el químico suizo Albert Hofmann, así como su edición más popular y profusamente ilustrada Plants of the Gods (Schultes y Hofmann 1979, Schultes y
Hofmann 1980*). Tendré ocasión de volver sobre éstos y otros valiosos libros sobre el tema. Mi propósito al escribir esta obra fue doble. Por un lado escribir un libro de referencia útil para el especialista, que enumerase las fuentes bibliográficas de la literatura histórica, antropológica, botánica, química y farmacológica, y tratase al mismo tiempo el tema en un contexto general etnobotánico más amplio. De este modo he puesto al día y ampliado la mejor bibliografía existente en este campo, que es la del libro The Botany and Cheminic of Hallucinogens. La presente bibliografía triplica en extensión a la de Schultes y Hofmann, y aún así no pretende ser exhaustiva. Mi segunda intención fue la de detallar la compleja historia de las drogas enteógenas, y en concreto cómo en el siglo XX se pusieron al alcance de unos usuarios que no eran los tradicionales. A diferencia de quienes han escrito trabajos sobre el tema, considero que la etnobotánica de las plantas enteogénicas y sus principios activos es tan importante en la cultura occidental como en su uso tradicional, sino más. Como Gordon Wasson opinaba: Quizás con todos nuestros conocimientos modernos podamos prescindir de los hongos sagrados. ¿ O quizá les necesitemos más que nunca?.

Algunos se sorprenden de que incluso la clave de la religión se reduzca meramente a una droga. Por otro lado esta droga sigue siendo tan misteriosa como siempre lo fue... (Wasson, 1961)

Sólo recientemente han empezado algunos antropólogos académicos a considerar dignas de estudio formal a las subculturas contemporáneas de la droga (Adler, 1985; Holden, 1989a). *Hay versión castellana en el FCE, Plantas de los dioses. 20 No me propongo promover ni condenar el uso contemporáneo no tradicional de los enteógenos. Cierto es que algunas de las drogas tratadas en este libro son ilegales, y más de uno considerará irresponsable tratar este tema sin denunciar su uso ilícito. Por otro lado, la mayor parte de los compuestos estudiados son legales, y no hay duda de que actualmente, tan sólo en Estados Unidos, hay como mínimo un millón de usuarios de drogas enteogénicas legales e ilegales (Goldstein y Kalant, 1990). A estos psiconautas (Jünger 1970), y a los científicos interesados, dirijo mi libro. No hay ninguna necesidad de animar a potenciales usuarios a que prueben estas sustancias. Son drogas que ya tienen sus devotos y, en cualquier caso, la oferta actual es probablemente insuficiente para satisfacer la demanda de los usuarios ya existentes. (Blanco, 1993) En este exordio, sin embargo, denunciaré y ciertamente no con palabras vagas, la vana, contraproducente e imprudente proscripción de los enteógenos por parte de Estados Unidos y otros piases. Como dijo Baruch Spinoza lucidamente: “Toda ley que pueda ser violada sin causar daño alguno a nadie, será burlada. Más
aún, está tan lejos de conseguir controlar los deseos y pasiones de los hombres, que al contrario les incita dirigiendo sus pensamientos hacia esos mismos objetos, ya que siempre nos encaminamos hacia lo prohibido y deseamos las cosas que no nos están permitido tener. Y a los hombres ociosos no les falta la astucia necesaria que permite burlar leyes concebidas para regular cosas que no se pueden prohibir totalmente... Aquél que intente determinarlo todo mediante
leyes fomentará el crimen, en lugar de evitarlo.”

Es evidente que los millones de usuarios contemporáneos de enteógenos prohibidos se están riendo de las leyes que supuestamente los prohiben y que, ciertamente, no carecen de la astucia necesaria para burlarlas. Siempre ha ocurrido lo mismo con las leyes que intentan regular apetitos legítimos de los seres humanos, y no hay duda de que tales leyes constituyen un abuso gubernamental de poder. Como escribió el gran libertario Edmund Atwill Wasson en 1914, criticando la prohibición del alcohol en Estados Unidos (Wasson 1914): Una cosa es crear una ley, y otra es crear la fuerza necesaria para garantizar su cumplimiento. De ahí que tengamos tantas leyes inútiles en este país. Olvidamos que las leyes no se aplican solas.

Teóricamente en los Países democráticos las leyes son un instrumento de la voluntad popular. Pero en la práctica se han usado como arma de la mayoría para reprimir y acosar a minorías, especialmente las leyes contra drogas asociadas a estos grupos (Helmer 1975; Musto 1973). La prohibición del alcohol en los Estados Unidos es un caso excepcional de ley promovida por minorías activas y fanáticas, que condujo al acoso y represión de una mayoría (Musto 1973; Wasson 1914). Cuando una ley es lo suficientemente impopular, como lo fue la Enmienda a la Constitución que prohibió la fabricación y venta de alcohol con fines lúdicos en los Estados Unidos, la gente se moviliza para derogarla. ¡Ojalá ocurriera lo mismo con otras leyes injustas o imposibles de hacer cumplir! Cuando un gobierno se muestra demasiado deseoso de intentar “crear la fuerza necesaria para asegurar la obediencia” a leyes discutiblemente justas, e inaplicables, las mismísimas libertades o “derechos humanos” que fundamentan ese gobierno democrático se ponen en peligro (Shulgin 1991). Es el caso de esta “guerra a las drogas” contemporánea y la
intromisión sin precedentes en la libertad personal que inexorablemente ocasiona. Se trata de un caso donde el remedio es mucho peor que la enfermedad; donde la “terapia” propuesta es tóxica e incluso mortal si se aplica en dosis suficientemente elevadas. El uso de drogas, contra el que se dirige esta terapia de shock, sigue sin disminuir, o incluso aumenta, mientras la libertad y la dignidad están contra las cuerdas y a punto de perder por KO. Bosquejaré cuatro líneas de argumentación diferentes contra la prohibición contemporánea de los enteógenos y, por extensión, de otras drogas: desde el alcohol, cafeína o la nicotina (que han sido todas ellas ilegales en el pasado) hasta la cocaína, heroína o marihuana (que han sido todas por más tiempo legales que ilegales). Estas cuatro líneas pueden agruparse bajo los siguientes criterios: 1) científico, 2) práctico o legal, 3) moral, 4) económico. También propondré la siguiente pregunta: ¿porqué la sociedad occidental no puede asumir y aceptar la euforia y el éxtasis? En el fondo de esta cuestión se halla el origen de la prohibición que pesa sobre los enteógenos. Aunque se disfracen como “leyes de salud pública”, los ataques a los enteógenos son básicamente
limitaciones a la práctica de la religión en un sentido amplio. O en términos más amplios todavía, se pretende encerrar en un marco legal cierto lado perverso de lo que una vez se llamó “filosofía natural”. Yo lo llamo ciencia, de modo que las leyes antienteógenos son, por su exceso de celo, claramente anticientíficas y representan, de hecho, “un crimen contra la naturaleza

(continúa pronto)



la Marihuana Medicinal


Estimado lector:
Recientemente, llegó a nuestro conocimiento que la Oficina de Salud no pudo llegar a una conclusión acerca del concepto de la marihuana medica ya que no pudieron hallar suficiente literatura acerca del tema. Esto nos indujo a una extraña experiencia, ya que estamos firmemente adscritos a la idea de que es un hecho que una literatura completa existe.
Durante algunos años, nos hemos encontrado entregando marihuana a farmacias donde los pacientes pueden comprarla con su receta medica.De esta manera hemos creado un circulo cerrado, y así podemos asegurarnos de que estamos dando un buen servicio a aquellos que quieran acceso a marihuana controlada. Maripharm puede llegar a cumplir con todos los requisitos deseados: "seguridad, calidad y efectividad". Nuestro laboratorio investiga las plantas, somos innovadores y ayudamos a otros en su investigación. Estas iniciativas no solamente provienen de nuestra organización, sino que también en cooperación con muchos investigadores que ya están interesados en las propiedades medicinales de la marihuana. Como resultado de el conocimiento adquirido, sabemos cuales compuestos químicos son los mas importantes para tratar un desorden clínico especifico. De ahí podemos proseguir a cultivar plantas donde estos compuestos están fuertemente representados. De esta manera, entregamos productos únicos.
Sabemos que existe una necesidad para usar la marihuana como un medicamento. La cantidad de contactos que hemos establecido con farmacéuticos que quieren proveer a sus pacientes con marihuana continua creciendo (al momento trabajamos con mas de 220 farmacéuticos). Nos encontramos complacidos con la creciente aceptación y el incremento de nivel de conciencia acerca de los poderes terapéuticos de la planta de marihuana, y esperamos que este informe pueda resultar en su re-descubrimiento de la marihuana
Sinceramente,

Marcel de Wit,
Presidente de MARIPHARM






1.- INTRODUCCIÓN:

La marihuana empleada como un medicamento? Para muchas personas, esa es una idea extraña. La atmósfera que rodea a la marihuana tiene tanta influencia que seria preciso hablar aquí de un tabú. La marihuana es una droga ilegal que es tolerada en los Países Bajos. Para muchas personas, con decir esto es suficiente.
Schouten (1966), lo dijo claramente:"Es importante entender por completo que la legalidad e ilegalidad no se encuentran asentadas sobre comparaciones científicas. La diferencia entre drogas legales e ilegales ha crecido históricamente y encontrado de esa manera llegar a irracionalmente quedar inscrita en acuerdos internacionales." Este punto de vista de la situación nos hará ver que será una tarea difícil obtener una evaluación objetiva de la marihuana como medicamento.
En realidad la marihuana ha sido usada por miles de años debido a sus muy conocidas propiedades medicas. Un resumen de estas cualidades se encuentra disponible en el libro "La Marihuana: El Medicamento Prohibido" (Grinspoon,1993), el cual lista los siguientes desordenes clínicos en los cuales se ha comprobado que la marihuana es útil:
  • La nausea como resultado de la quimioterapia en los pacientes de Cáncer
  • Glaucoma
  • Epilepsia
  • Esclerosis Múltiple
  • Paraplejía y Tetraplejia
  • SIDA
  • Dolor Crónico
  • Migraña
  • Fiebre
  • Dolores Menstruales y de Parto
  • Depresión y otros Desordenes Emocionales
Una lista muy larga, y esta proviene únicamente del trabajo de Grinspoon. Este resumen le da a uno rápidamente la idea de que uno esta tratando con algún tipo de "cura milagrosa". Grinspoon, de hecho, hace mucho uso de estudios y material anecdótico. Sin embargo, las situaciones clínicas para las cuales existe un acuerdo general beneficios médicos de la marihuana incluyen la nausea resultado de la quimioterapia del cáncer, glaucoma, SIDA, asma y esclerosis múltiple (The Lancet,1995).
Recientemente, la Ministra Borst le pidió al Consejo de Salud que le informara acerca de la marihuana como medicamento. El consejo tomo la siguiente decisión:"...se debe concluir que presentemente existe una falta de conocimiento acerca de los hechos que podrían hacer aceptable el uso medico de la marihuana y los cannabinoides. Es mas, la posición de la Comisión con respecto a la marihuana, es que no se le puede pedir a los doctores que sean responsables por un producto que no tiene control de calidad y cuya composición química es desconocida..." (Gezondheidsraad,1996). Mas adelante, el Consejo decidió que no existía la investigación apropiada que comparara a la marihuana con otros medicamentos. Como resultado, la Ministra Borst fue conducida a;" ...decidir que, por el presente tiempo, no se permitiría el uso medico de la marihuana."
Fue así que el consejo llego a una conclusión negativa. En base a la evidencia que ellos usaron, ninguna otra conclusión era posible. La base de su búsqueda se baso en la investigación medica. Un medicamento es usualmente un solo material el cual cualquier investigador puede conseguir fácilmente. Presentemente, es difícil encajar a la marihuana en esta categoría, pero es muy posible tomar un producto combinado, como las hierbas de cannabis (es decir, la marihuana), e identificar a las partes constituyentes, para que estas puedan ser registradas como medicamentos. Ese particular producto debe ser bien especificado. Dentro de la farmacopea Europea, se describen técnicas especificas, con normas estrechamente reglamentadas. La mayoría de la investigación usada en el estudio del consejo empleo a un tetrahidrocannabinol (THC) sintético.
También es posible aislar al ingrediente activo natural y reglamentar la administración por vía de cápsulas, o como tintura. Al mismo tiempo, los Países Bajos son al momento la primera autoridad en horticultura, especialmente cuando se emplea el control de temperatura ambiental. Es así que nos encontramos en condiciones para poder cultivar plantas de tal manera que es apropiado hablar de normas de calidad.
Existe una brecha en la búsqueda de literatura que se usa para apoyar el reporte del Consejo de Salud. El consejo estudio literatura que tenia hasta 25 años de antigüedad. Esto fue tomado como una sugerencia de que no existía material de investigación que haya sido producido hace mas de 25 años cuando se conoce como un hecho que se ha estado llevando acabo por ochenta años. Pero no solamente es importante la investigación, se puede aprender mucho dando un vistazo a los usos tradicionales. Nosotros argüimos que las propiedades curativas de la marihuana están bien establecidas, y encontramos que estamos bien apoyados en este argumento por otros (The New England Journal of Medicine,1997: Morganthau,1997). También es importante averiguar si hay médicos que se han decidido a recetarla. O también si hay pacientes quienes la emplean como medicamento. ?Que tipo de injerencia deben tener las respuestas a estas preguntas sobre la condición medica de la marihuana? Esperamos darles, dentro de las siguientes paginas, las respuestas aplicables. Como un ultimo punto, quisiéramos reportar que a la marihuana se la ha descrito como "...un compuesto con enorme valor terapéutico."(Vermande,Opiumwet,1966).




Maripharm


Antes de que usted vea nuestra visión de la marihuana medica, es importante que usted sepa como fue establecida Maripharm y como llevamos acabo nuestro trabajo.

2.1 La creación de Maripharm


Maripharm fue establecida debida a la demanda de marihuana por parte de los pacientes. El presidente fue abordado por pacientes quienes decían recibir beneficio de la marihuana.
El pensar que los pacientes debían obtener marihuana de un circuito donde no existe control alguno lo llevo a la decisión de iniciar primeramente una fundación, para investigar a la droga, y entregar los resultados a los pacientes. El primer paso fue pedir un permiso que deja sin efecto la prohibición anti-droga, y pedir una licencia de mayorista en 1995.

2.2 Desde la planta creciente al paciente


Antes de que la marihuana llegue al paciente, ha recorrido un largo camino. La cultivación se lleva acabo por ahora en un lugar anónimo, ya que aun no hemos recibido el permiso que deja sin efecto la prohibición anti-droga. Esta es una situación que hasta ahora ha sido tolerada por el ministerio. Después de la cosecha de las plantas, estas deben ser secadas, luego de lo cual se llevan muestras al laboratorio para que puedan ser revisadas. Después de que han sido aprobadas, las flores de las plantas son selladas al vacío, y puestas dentro de vasijas de plástico opacas. A las vasijas se les somete a radiación ultravioleta para que el producto final se encuentre totalmente libre de cualquier germen que lo pueda contaminar. Luego, podemos entregar los contenedores de plástico a farmacias (ya conteniendo los 25g de material), donde los pacientes pueden comprarlos con receta medica. Atra vez de este método, la marihuana es contenida dentro de un pequeño circuito controlado. Cada entrega hecha al farmacéutico es acompañada por un un formulario para hacer pedidos e información acerca del producto. Por medio de nuestros propiamente desarrollados complementos acompañantes, como nuestra línea de información para los pacientes, nos hemos ganado la amistad de nuestros pacientes. Cuando información de nuestros pacientes o los sindicatos de pacientes llega a nosotros, somos capaces de aclarar dudas y al hacerlo somos útiles para nuestro sector del mercado.

2.3 El control de calidad y la investigación


Un eslabón muy importante dentro de Maripharm es el laboratorio. Tenemos ahí aparatos donde se puede analizar la planta al calor o en frío. Se puede ver un ejemplo de esto en los complementos.
Esto es importante ya que los elementos constituyentes de la planta en cada condición. Es así que no solo los métodos de consumo son de interes. Por medio del análisis de la marihuana en sus diferentes formas de aplicación, esperamos fundamentalmente llegar a tener un cuadro completo del contenido de la planta en todas sus formas de preparación. Al mismo tiempo , otras especificaciones están siendo redactadas para e incluyendo pastillas, supositorios y tinturas. Nuestro conocimiento viene de una base de datos compartida con el laboratorio Delta y el Departamento de Farmacología de la Universidad de Utrecht. Recientemente se escribió un articulo acerca de nuestro laboratorio en "Laboratory Practice" donde se dijo que las especificaciones y controles de calidad para preparaciones vegetales (primero, el material vegetal, luego las vías de administración) eran aparentes en el futuro cercano.

2.4 Investigación Clínica


Tenemos muchos asesores quienes nos ayudan en el campo de la investigación clínica. Nuestra empresa en si, posee el conocimiento suficiente para poder dar a investigadores servicio particular. No solamente ayudamos a la investigación clínica, sino que estamos dispuestos a hacer todo lo que podamos para adelantar la investigación de todo tipo. Por medio del uso de nuestras propias técnicas de cultivo, estamos acercándonos al punto de poder surtir un producto que se somete normas de calidad, pero estamos convencidos de que habrá una mejora significativa en estas normas si también exploramos algunas de las posibles vías de administración.
Como un paso en esa dirección, hemos desarrollado un vaporizador que libera los ingredientes activos de la marihuana. Este vaporizador puede crear una temperatura constante. Cuando se combina con dosis precisamente medidas de marihuana cuyos componentes son conocidos, administrada por una mascarilla, este aparato puede asegurar el que se pueda calcular con precisión cuanta marihuana recibe cada paciente. El material vaporizado puede ser procesado por un cromatografo de gas, para así verificar que cantidad de cada componente de la marihuana es inhalada por cada paciente. Este departamento también se encuentra ocupado manteniéndose al día con la investigación mas reciente, con lo cual esperamos mantenernos al tanto de cualquier actividad con respecto a la marihuana medica.


2.5 Médicos y Farmacéuticos


El propósito que tiene nuestra marihuana es mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes. Desde nuestro punto de vista, la única persona que se encuentra calificada para diagnosticar si un paciente debe o no recibir marihuana es el medico. Solo el medico puede ver si el paciente puede o no tolerar la planta. La presente situación es tal que no todos los médicos están al tanto de los propiedades curativas de la planta de marihuana. En esto también hay una lógica, ya que aun existe mucha ignorancia sobre esta planta. De cualquier manera, muchos médicos han sido confrontados por preguntas de sus pacientes acerca de la marihuana medica. Como consecuencia de la publicidad de los últimos seis meses, una gran proporción de la ignorancia entre los médicos ha sido reducida. También parece ser el mismo caso entre los farmacéuticos. Maripharm no solo ha tenido buena acogida entre algunos diarios, pero también en la revista de la industria farmacéutica (Venema,1996). Al momento tenemos relaciones comerciales con mas de 220 farmacéuticos. De esta manera podemos asegurar que el llamado de la necesidad de marihuana medica será atendido.

2.6 Los sindicatos de pacientes


Maripharm fue establecida para proveer a los pacientes necesitados de marihuana medica. No hay nada que pueda ser mas importante para nosotros que la opinión del paciente. Nuestra puerta siempre esta abierta si los pacientes tienen opiniones o criticas con respecto a nuestro producto. También es importante para nosotros mantener buenas relaciones con diferentes sindicatos de pacientes, donde enfocamos nuestro principal interes en las opiniones prevalecientes sobre nuestro producto. También averiguamos por medio de estos contactos cuales dosis de marihuana administradas en su respectiva preparación funcionan mejor, y si es necesario podemos suministrar nuestros conocimientos por medio de nuestra información acerca del producto
.

3. La marihuana como medicamento?


En la introducción, discutimos algunos de los aspectos mas problemáticos en lo que se trata de la marihuana como medicamento. Ahora es importante saber si estas preocupaciones quieren decir que la marihuana no tiene poderes curativos.

3.1 Las pruebas a las que son sometidos los medicamentos para su aprobación


Existe un camino especifico establecido para probar los medicamentos nuevos. Antes de que se pueda obtener conocimiento completo acerca de un medicamento, el sistema exige que el medicamento sea probado en varias fases. Las cuatro fases son las siguientes:

Fase 1.


Investigación clínica de una duración aproximada de entre uno o dos años
Son estudiados los riesgos de salud en los humanos y el desarrollo de la tolerancia en los sujetos. Se deben hacer estudios farmacokineticos para averiguar que repercusiones tiene la sustancia administrada en el organismo.

Fase 2.


Investigación clínica que dura aproximadamente dos años
Por primera vez, la sustancia es administrada a pacientes verdaderos. Los resultados deben apoyar las aseveraciones acerca de los efectos médicos en casos clínicos específicos. Se llevan acabo estudios sobre la captacion del medicamento, distribución, efectos metabólicos, y excreción de la materia en cuestión.

Fase 3.


Investigación clínica; de uno a dos años de duración
Se investiga unos mil pacientes, haciéndose referencia a un grupo de control para así demostrar que un verdadero efecto clínico si existe. Debido al tamaño del grupo de prueba, se podrán detectar efectos secundarios que tal vez no fue posible identificar anteriormente.

Fase 4.


Luego de que el medicamento ha sido llevado al mercado, comienza la investigación de seguimiento al producto. En principio, este proceso es continuo y de duración indefinida.
Este es un esquema que puede ser completado en forma muy fácil por una sustancia como la marihuana. Durante años, grupos han estado llevando acabo investigación clínica con la marihuana. El verdadero problema recae en las muchas sustancias que componen la marihuana, y también la normalización del material. Toda la investigación dice ser acerca de "marihuana", aunque nunca se sabe acerca de que tipo de marihuana se esta hablando. ?Como obtuvieron los investigadores la marihuana? ?Los niveles de THC son determinados por un HPLC o por un GC? ?Es posible calcular una relación entre la dosis y la respuesta al medicamento?
La normalización del producto no debe presentar un problema. Maripharm ha logrado dominar las posibilidades (vea nuestros anexos!). Es necesario emplear material vegetal con diferentes composiciones internas para tratar males clínicos específicos. La marihuana es conocida como una planta simplex ( es decir, sale de las flores secadas de una sola especie de cannabis) y puede ser ampliamente descrita. Se pueden hacer compuestos vegetales específicos, como por ejemplo: una planta Holandesa de marihuana que contiene solamente THC y ácidos derivados del THC, o sino una con altos niveles de CBD(y sus ácidos) así como el THC y sus ácidos. Por medio de nuestros métodos de cultivación somos capaces de entregar un producto que cumple normas muy estrictas.





3.2 La marihuana como un compuesto fitoterapeutico.

Desde un punto de vista analítico, a la marihuana aun le falta recorrer un largo camino antes de que pueda ser considerada como un medicamento por el publico en general. Fácilmente, se podría considerar a la marihuana como un compuesto fitoterapeutico (lo cual en Alemania y Francia, son reconocidos como medicamentos por los cuales los pacientes reciben compensación). Si un producto tiene varios ingredientes activos, se lo puede considerar un compuesto fitoterapéutico. Debido a este razonamiento, Maripharm es un socio de la Unión Holandesa de Fitoterapias y ESCOP(El Comité Medico Europeo sobre Fitomedicamentos).
La Comisión para la Aprobación de los Fitomedicamentos ha establecido los siguientes parámetros para categorizar las calificaciones de los medicamentos fitoterapeuticos (Informe del Seminario CTF, 1996).

  • Categoría 1.
    Potencial fitoterapéutico basado en una experiencia o tradición nacional ampliamente documentada.
  • Categoría 2.
    Potencial fitoterapeutico basado en evidencia publicada (evidencia clínica limitada).
  • Categoría 3.
    Potencial fitoterapeutico basado sobre estudios clínicos adecuados conforme los procedimientos generalmente aceptados.


Con respecto a los compuestos fitoterapeuticos, existen tres puntos de importancia que se deben tener en mente: calidad, seguridad y eficacia comprobada. La calidad y la seguridad no determinan mucha diferencia entre las primeras dos categorías y la tercera, pero existen diferencias en el impacto de la naturaleza de la evidencia como lo es la eficacia. Si alguien toma una mirada a los resultados de las investigaciones acerca de la marihuana, le es imposible no concluir que pertenece a la categoría 3. La calidad del producto puede ser garantizada en forma definitiva por Maripharm. La seguridad no presenta problema alguno ya que el nivel de toxicidad/mortalidad es superior al 40,000 (Grinspoon,1993). Aun así, nuestra ambición es permitir a los académicos experimentar con nuestro producto para que así puedan evaluar sus poderes como una sustancia curativa. La notable efectividad de nuestro producto será discutida en el siguiente capitulo.




4. El uso de la marihuana para tratar diversos desordenes clínicos

El siguiente material se encuentra apropiadamente resumido, pero fechado, en los artículos de critica de Lemberger,1980, Hollister,1986, y Mechoulam,1986. Una vez mas, se debe hacer énfasis en que el material de muestra empleado en estos estudios no se encontraba sometido a normas. A pesar de esta ausencia de normalización, parece ser que la marihuana de cualquier modo tiene un gran y robusto efecto al cual no se le puede ignorar.

Glaucoma

En el glaucoma, la presión inter-ocular se incrementa a niveles inaceptables. La literatura sugiere que la marihuana puede disminuir la presión, hasta en situaciones donde otros tratamientos ya han fallado. Es muy probable que este efecto se derive del efecto sinergistico de la 8-alfa- y 8-beta-11-dihidroxi-delta-9-THC. Amplia investigación sugiere que el efecto del THC-delta-9 es el resultado de la interacción con un sistema nervioso afín. Este efecto ocurre en pacientes a la misma vez que en sujetos de prueba saludables. En forma significativa, Crawford y Merritt(1979) encontraron que el efecto reductivo de la marihuana en la presión ocular era mas fuerte y de mayor duración en aquellos pacientes con ojos hipertensos, que en aquellos cuya presión ocular era normal.
La investigación hecha con animales ha revelado que el porcentaje de THC-delta-8 (administrado en un aceite) no era importante, pero en ultima instancia la conclusión importante fue que este era un tratamiento seguro (Merritt et.al.,1982). Una investigación hecha por Colasanti (1984) llego a determinar que el THC-delta-9 administrado en gotas era tóxico para los gatos. Esa misma investigación sugirió por otra parte que aunque el cannabidiol no era tan efectivo, no tenia los efectos tóxicos del THC-delta-9 Esto sugeriría en forma contundente que el papel del cannabidiol era merecedor de una mayor investigación. Colasanti (1984) pudo llegar a conclusiones similares respecto a otro constituyente de la planta de marihuana, el cannabigorol. Finalmente, Colasanti publico un articulo de critica (1986) en el cual el concluyo que el funcionamiento de estos y otros cannabinoides de la planta de marihuana contribuían al distintivo efecto terapéutico del THC-delta-9, y que el mejor agente terapéutico podría surgir de la combinación natural. Estas conclusiones fueron apoyadas por la investigación de Green y McDonald (1987). Píldoras de THC sintético causaron una definitiva baja en la presión ocular, pero también dejaron definitivas claves de problemas típicos como despersonalizacion, reacciones de pánico agudo y sentimientos de paranoia (Merritt et.al.,1980). Se ha sabido que los efectos secundarios de la THC en la marihuana podrían ser modulados por los otros cannabinoides, como por ejemplo el cannabidiol (Karniol et.al.,1974; Zuardi et.al.,1982). El cannabidiol definitivamente también tiene un efecto claro como un agente que puede cancelar los efectos del stress (Zuardi et.al.,1993). Estos son argumentos muy claros a favor del uso de toda la planta de marihuana en casos de glaucoma.


Esclerosis Múltiple

La causa de la esclerosis múltiple permanece siendo un misterio. Tampoco existe un medicamento de prueba para ayudar a los pacientes en las fases progresivas de esta enfermedad. Diazepam, ciclobenzaprina, baclofen y dantrolina son los tratamientos sintomaticos mas frecuentemente usados (especialmente para los espasmos) en la lucha contra este mal. Aun así, estos medicamentos tienen poderosos efectos secundarios que incluyen la desorientación y dependencia.
Al parecer, la marihuana funciona efectivamente como un relajante muscular. Esto ocurre sin los efectos secundarios perniciosos asociados con los tratamientos sintomáticos convencionales. Ungerleider et.al. (1988) averiguaron-por medio de un proyecto de investigación cuya metodología utilizo un placebo como elemento de control-que la píldora de THC-delta-9 eliminaba los espasmos musculares en los pacientes de esclerosis múltiple. Las conclusiones de este estudio fueron apoyados por Clifford(1983) y Mauerer et.al.(1990) empleando la píldora de THC-delta-9
, por Dunn y Davis(1974) empleando marihuana, y por Petro(1980)usando marihuana fumada. Meinck et.al.(1989), empleando marihuana fumada, encontraron que el efecto observado se podía cuantificar por medio de mediciones electrofisiologicas. Estos resultados también fueron apoyados por experimentos hechos en animales. Lyman et.al.(1989) habían inducido "encefalomielitis autoinmune" en ratones y cerdos. Al cabo de 15 días, 95% del grupo al cual le administraron placebos había muerto. El grupo tratado con marihuana presento un resultado completamente diferente al registrarse solo un 5% de mortandad.

La marihuana para tratar el SIDA y los efectos secundarios de la quimioterapia del cáncer

Porque los pacientes que se encuentran sometidos a la quimioterapia del cáncer y el SIDA en sus etapas progresivas muestran síntomas similares (nausea, vomito, perdida de peso), es apropiado agrupar a estos dos grupos bajo un solo titulo. El THC administrado oralmente parece ser un buen anti-emetico (Sallan et.al.,1975). Amplios estudios e investigaciones hechos con placebos revelan que el THC-delta-9 es un anti-emetico tan eficaz como loes la proclorperazina. Hubieron los usuales efectos secundarios (Frytak et.al.,1979). Sin embargo, este estudio fue llevado acabo usando THC sintético, y puede criticarse notando que el THC no debe ser usado como una materia en forma singular. Información confirmando esta conclusión fue disponible cuando fue demostrado que la marihuana fumada causaba menos efectos secundarios y funcionaba (Vinceguerra et.al.,1988). Esta conclusión ha sido apoyada por otros investigadores (Doblin y Kleiman,1991).
Finalmente, la marihuana tiene la ventaja adicional de incrementar la tolerancia al dolor (Milstein et.al.,1975). Esto parece ser un resultado de la actividades del THC (Noyes et.al.,1975). La marihuana incrementa el apetito, lo cual para estos pacientes claramente es un efecto secundario positivo para estos pacientes (Farthing,1992;McKim,1991).

Asma

Es raro pensar que un compuesto inhalado en los pulmones pueda beneficiar a las personas con asma. De cualquier manera, parece ser que el THC-delta-9 es un material que puede ampliar los bronquios. Espasmos bronquiales, alcanzados por medio de ejercicios físicos, indujeron un ataque que duro hasta una hora en los sujetos de prueba. La marihuana fumada e isoproterenol permitieron una recuperación inmediata. Lo mismo ocurrió con espasmos bronquiales inducidos por medio de metecholina (Tashkin et.al.,1975). El THC-delta-9 tuvo el efecto dilatante mas fuerte, con el THC-delta-8 demostrando una acción algo menor. El cannabinol y el cannabidiol no tuvieron efecto observables (Gong et.al.,1984). Una comparación entre el isoproterenol (1250 microgramos) y marihuana fumada con un2% de THC, revelo que los efectos dilatorios de la marihuana eran mayores, y tenian una duración de hasta una hora, con un máximo de efecto durante un cuarto de hora. En efecto, el isoprotenerol tuvo solo un 60% del efecto de3 la marihuana. Cuando el THC-delta-9 era consumido en forma oral, su efecto máximo ocurría unas 3 horas luego de su ingestión, y el efecto terapéutico de 4 a 6 horas(Tashkin et.al.,1973).
El THC-delta-9 administrado por vía de un atomizador aprovechaba mejor la capacidad para tolerar el incremento de dosis de los pulmones, pero a la vez también indujo la irritación en algunos pacientes (Tashkin et.al.,1973). Hartley et.al. (1977), investigaron los efectos de tres diferentes dosis (50, 100 y200microgramos administrados con la ayuda de un atomizador). Doscientos microgramos al parecer funcionaban mejor, aunque hubo poca diferencia en efectividad con la dosis de 100 microgramos. La dosis de 100 microgramos indujo casi ningún efecto secundario y fue bien tolerada.

5. Efectos secundarios

Como cualquier otro tratamiento terapéutico la marihuana tiene efectos secundarios. La razón por la cual la mayoría de la gente sabe acerca de la marihuana es por cierto efecto secundario. Un numero de los efectos secundarios de la marihuana son físicos, pero la mayoría son psicológicos. Para el propósito de la siguiente discusión, la mayoría de la información se obtuvo de los trabajos de Van Farthing(1992) y McKim(1991).
Es importante que el uso de la marihuana involucra un proceso de aprendizaje. Durante la primera experiencia, se notan todos los efectos, así que se necesita un proceso de aprendizaje, el cual gradualmente, con mas experiencia, lleven a una diferente actitud con respecto a la marihuana.

Efectos fisiológicos

La marihuana es un gran inductor de sueño. Una dosis baja incrementa el tiempo total de sueño, pero no tiene otro efecto sobre el sueño. Con una dosis alta hay bajas significativas en la duración del sueño REM y el numero de movimientos oculares durante el sueño REM. La duración del sueño en etapa-4 se incrementa.
Los latidos del corazón se aceleran luego de usar marihuana, con un máximo de unos 15 latidos adicionales por minuto. Este efecto incremente a medida que se incrementa la dosis. Cuando se trata de dosis orales, el incremento en los latidos del corazón ocurre en una forma mas atrasada.
El deseo de comer incrementa, alcanzando su máximo cuando el efecto llega al tope al cabo de tres horas. Luego de un uso constante el incremento en apetito puede desaparecer, pero se debe notar que esto se aplica específicamente a la marihuana fumada. Al referirse al te de marihuana, la situación es completamente diferente, con los efectos de incremento del apetito acrecentándose durante un periodo de dos semanas. De lo que es cierto, es que aun fumando marihuana existe un síntoma llamado "la leona", y que en ese momento el fumador siente un gran deseo de ingerir grandes cantidades de comida. Greenberg et.al.,(1976), observaron un grupo de fumadores de marihuana, otro grupo que usaba marihuana en forma ocasional y a un grupo de abstemios como fase de control, por un periodo de 21 días. El incremento de peso (medido al cabo de 5 días) fue mayor entre los fumadores regulares, intermedio entre los fumadores ocasionales, y el nivel mas bajo se encontró en el grupo de control (3.7lb.,2.8lb. y 0.2lb. respectivamente).
La idea de que uno puede notar si otro ha usado marihuana al ver las pupilas mas grandes de esa persona debería ser categorizada como una fábula. El efecto que si es visible en el rostro del usuario es cierta caída del párpado, como consecuencia de las propiedades como relajante muscular que posee la marihuana. Cuando se toman dosis mas grandes, el ojo definitivamente adquiere una coloración mas roja.
Un importante efecto secundario de la marihuana es el que tiene sobre la libido. El Boletín de la Medicina Natural (1994), publico una lista donde muchos medicamentos naturales y algunas drogas fueron investigadas a fin de averiguar que efectos tenían sobre la libido, erección y eyaculación en el hombre, y la libido, lubricación y orgasmo en las mujeres. Quedo aparente que la marihuana era el único tratamiento que incrementaba la intensidad de cada uno de estas variables.

Efectos cognitivos

Los usuarios de la marihuana a menudo aseveran que sus percepciones se intensifican. Escuchan detalles en la música que en otras circunstancias no le hubieran hecho mella. También hacen reclamos similares concerniendo sus otros poderes percepcionales. Claro que estos efectos son altamente subjetivos. No se quiere reclamar aquí que el fumador de marihuana pueda escuchar mejor, pero podría de hecho ser que le hacen mas caso a los detalles.
Puede que sea difícil poder mantener la concentración durante largos periodos de tiempo luego de usar marihuana. Los usuarios no tienen un buen desempeño, y parece que necesitan tomar pausas. Manejar un automóvil es una prueba que exigen acciones automáticas además de concentración. Es así que a las personas se les aconseja no fumar marihuana antes de conducir un auto. Un amplio estudio hecho por Robbe (1994), revelo que los fumadores de marihuana con mucha experiencia de hecho no conducían peor que aquellos que no fumaban marihuana. Esto parece otra vez revelar la influencia del aprendizaje sobre los efectos del marihuana.
El desempeño en los trabajos de memoria parece ser impedido por la marihuana, especialmente cuando uno se refiere a la memoria de corto plazo(MCP). La información de la MCP puede ser recordada directamente, mientras no haya sido muy largo el espacio de tiempo transcurrido. Mientras transcurre el tiempo, la MCP tiene un desempeño menos efectivo, como también se puede observar en los trabajos de aprendizaje, porque la transferencia a la memoria de largo plazo (MLP) no funciona tan bien. Bajo la influencia de la marihuana, el recordar la información de la MLP no se encuentra impedida, una vez que la información se haya recibido en un estado en el que el sujeto no se encontraba bajo la influencia de sustancia alguna. De vez en cuando aparecen investigaciones que sugieren que la marihuana afecta la memoria atra vez de un impacto en el sistema limbico, principalmente sobre el hipocampo donde se supone que la marihuana reduce los niveles de acetilcholina neurotransmisora. El alargamiento del tiempo para el usuario de marihuana es un efecto notable. Diez segundos pueden parecer durar igual que 30 segundos. Evidentemente la marihuana parece acelerar la velocidad del "reloj interno". Cuando esta sensación subjetiva incrementa, entonces un incremento en la experiencia subjetiva del tiempo puede ocurrir.
La marihuana reduce la motivación. Frecuentemente los usuarios piensan que pueden existir sin problemas, y que las tareas les serán fáciles. Estas dos ideas no parecen ser el caso. Investigaciones hechas en simios (Schultze et.al.,1988) mostraron que en efecto la marihuana reducía la motivación por hacer cierta tarea especifica, pero que cuando esta tarea era remunerada, los usuarios de marihuana no hacían menos esfuerzo que aquellos en el grupo de control.

Efectos sociales

Los usuarios de marihuana a menudo dicen poder discernir el estado de animo, o poder entender a una persona directamente. Esto aun no ha podido ser establecido en forma experimental. También es cuestionable si la marihuana puede inducir a un sujeto a poseer mas dones sociales, ya que los resultados en experimentos son demasiado variables. Parece ser que los usuarios llegan a un entendimiento mutuo entre ellos, pero ese efecto parece tener mas que ver con las situaciones en las que se encuentran los usuarios. La situación es un variable de alta importancia para el estado de animo del usuario, y en un medio agradable el usuario tendrá un mejor desempeño.
La idea de que la marihuana vuelve al individuo agresivo también debe ser consignada al reino de las fábulas. De hecho, hay mas de verdadero en lo opuesto. Entre mas alta la dosis de marihuana, se vuelven menos efectivas las provocaciones y los insultos en sonsacar una respuesta agresiva. Es verdad que la marihuana pude hacer a unas personas volverse temerosas o paranoicas, pero esto ocurre únicamente con las dosis altas.
La acusación de que la marihuana puede inducir a la psicosis tiene apoyo dividido. En casi todos los casos se trata de estudios hechos a casos específicos, en los cuales pueden haber tenido repercusiones multitudes de variantes. Por motivo de esta diversidad, no es posible apoyar esta acusación. La preocupación por daños al sistema nervioso esta infundada. En los casos donde se han presentado daños cerebrales, el uso de marihuana siempre ha estado emparejado con el uso del alcohol. De hecho, se ha demostrado que el alcohol si causa daños al sistema nervioso (Lecesse,1996).




CONCLUSIONES

A la marihuana aun le falta recorrer un largo camino si ha de adquirir la condición de medicina. Aun así, en verdad parece que la marihuana puede satisfacer todos los requisitos necesarios para ser un producto fitoterapeutico. Seguro, posible de producir en una manera confiable y demonstrablemente eficaz, fácilmente puede llenar todos los criterios para los fitoterapeuticos. Como se discutió previamente, la marihuana es un simplex y puede ser recetado como tal. El importante trabajo de especificar materiales de la planta aun queda por hacerse.
La marihuana ha demostrado tener un valor terapéutico en contra de entre muchas otras cosas: el SIDA, la esclerosis múltiple, el glaucoma, el asma, y la nausea causada por la quimioterapia del cáncer. Una importante ventaja es el numero y grado de seriedad menor de los eventuales efectos secundarios. En realidad, estos pueden ser minimizados a un mayor grado por los esfuerzos del paciente. También influyen el método de administración, el grado de experiencia con el producto, y en fin.
Maripharm desea compartir su información con todo aquel que se encuentre interesado en este tema. Por medio de esfuerzos concentrados de investigación, y el desarrollo de diferentes productos como son el vaporizador, píldoras, supositorios, tinturas y demás, dejaremos en claro que la marihuana tiene un poderoso efecto terapéutico.
Naturalmente, la marihuana no es apropiada para todos, pero ese principio se aplica a todos los tratamientos terapéuticos. La marihuana ayuda a un gran numero de personas, y es imperativo que miremos la evidencia.





LISTA DE REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 

  • Colasanti, B. K., Brown, R. E., Craig, C. R.: Ocular hypotension, ocular toxicity, and neurotoxicity in response to marihuana extract and cannabidiol. Gen. Pharmac. 15, 479-484 (1984).
  • Colasanti, B. K., Powell, S. R., Craig, C. R.: Intraocular pressure, Ocular toxicity and neurotoxicity after administration of delta-9-tetrahydrocannabinol or cannabichromene. Exp. Eye Res. 38, 63-71 (1984).
  • Colasanti, B. K., Craig, C. R., Allara, R. D.: Intraocular pressure, ocular toxicity and neurotoxicity after administration of cannabinol or cannabigerol. Exp. Eye Res. 39, 251-259 (1984).
  • Colasanti, B. K.: Review, ocular hypotensive effect of marihuana cannabinoids: correlate of central action or separate phenomenon? J. Ocular Pharmacol. 2, 295-304 (1986).
  • Clifford, B.: Tetrahydrocannabinol for tremor in multiple sclerosis. Ann. Neurol. 13, 669-671 (1983).
  • Commissie Toetsing Fytotherapeutica. Gefaseerde Toetsing van Fytotherapeutica. Seminar rapport (1996).
  • Crawford, W. J., Merritt, J. C.: Effects of tetrahydrocannabinol on arterial and intraocular hypertension. Int. J. Clin. Pharmacol. Biopharmacol. 17, 191-196 (1979).
  • Doblin, R. E., Kleiman, M. A. R.: Marijuana as an antiemetic medicine: a survey of oncologists experiences and attitudes. J. Clin. Oncol. 9, 131401319 (1991).
  • Dunn, M., Davis, R.: The perceived effects of marijuana on spinal cord injured males. Paraplegia 12, 175 (1974).
  • Farthing, G. W.: The Psychology of Consciousness. Prentice Hall, Inc. (1992).
  • Fytak, S., Moertel, C. G., O'Fallon, J. R., Rubin, J., Creagan, E. T., O'Connell, M. J., Schutt, A. J., Schwartau, N. W.: delta-9-tetrahydrocannabinol as an antiemetic for patients receiving cancer chemotherapy. Ann. Intern. Med. 91, 825-830, 1979.
  • Gezondheidsraad: Beraadsgroep Geneeskunde. Marihuana als medicijn. Rijswijk: Gezondheidsraad, 1996: publikatienr 1996/21.
  • Gong, H. Jr., Tashkin, D. P., Simmons, M. S., Calvarese, B., Shapiro, B. J.: Acute and subacute bronchial effects of oral cannabinoids. Clin. Pharmacol. Ther. 35, 26-32 (1984).
  • Green, K., McDonald, T. F.: Ocular toxicology of marijuana: an update. J. Toxicol. & Ocular Toxicol. 6, 309-334 (1987).
  • Greenberg, I., Kuehnle,J., Mendelson, J. K., Bernstein, J. G.: Effects of marihuana use on body weight and caloric intake in humans.Psychopharmacology 49, 79-84 (1976).
  • Grinspoon, L., & Bakalar J. B.: Marihuana, the Forbidden Medicine. Yale University Press. New Haven (1993).
  • Hartley, J. P. R., Nogrady., S. G., Seaton, A., Graham, J. D. P.: Bronchodilator effect of delta-1-tetrahydrocannabinol. Br. J. Clin. Pharmac. 5, 523-525 (1978).
  • Hollister, L. E.: Health aspects of cannabis. Pharmacological Reviews 38, 1-20 (1986).
  • Karniol, I. G., Shirakawa, I., Kasinski, N., Pfeferman, A., Carlini, E. A.: Cannabidiol interfe res with the effects of delta-9-tetrahydrocannabinol in man. Europ. J. Pharmac. 28, 172-177 (1974).
  • McKiM, W. M.: Drugs and Behavior: an introduction to behavioral pharmacology. Prentice Hall, Inc. (1991).
  • Leccesse, A. P.: The pharmacological understanding of psychoactive drugs; Basic science in the context of differential prohibition. In Drug Policy and Human Nature: Psychological Perspectives on the Prevention, Management, and Treatment of Illicit Drug Abuse, ed. by W. K. Bickel & R. J. DeGrandpre, Plenum Press, New York, 1996.
  • Lemberger, L.: Potential therapeutic usefulness of marijuana. Ann. Rev. Pharmacol. Toxicol. 20, 151-172 (1980).
  • Lyman, W. D., Sonett, J. R., Brosnan, C. F., Elkin, R., Bornstein, M. B.: delta-9-tetrahydrocannabinol: a novel treatment for experimental autoimmune encephalomyelitis. J. Neu roimmunol. 23, 73-81 (1989).
  • Maurer, M., Henn, V., Dittrich, A., Hofmann, A.: delta-9-tetrahydrocannabinol shows antispastic and analgesic effects in a single case double-blind trial. Eur. Arch. Psychiatry Clin. Neurosci. 290, 1-4 (1990).
  • Mechoulam, R.: Cannabinoids as therapeutic agents. Boca Raton, FL: CRC Press. Florida (1986).
  • Meinck, H. M., Schonle, P. W., Conrad, B.: Effect of cannabinoids on spasticity and ataxia in multiple sclerosis. J. Neurol. 236, 120-122 (1989).
  • Merritt, J. C., McKinnon, S. Armstrong, J. R., Hatem, G., Reid, L. A.: Oral delta-9-tetrahydrocannabinol in heterogeneous glaucomas. Ann. Opthamology 12, 947-950 (1980).
  • Merritt, J. C., Whitaker, R., Page, C. J., Peace, J. H., Grimson, R. G., Olsen, J. L., Peiffer, R. L., Davanzo, R.: Topical delta-9-tetrahydrocannabinol as a potential glaucoma agent. Glaucoma 4, 253-255 (1982).
  • Milstein, S.L., MacCannell, K., Karr, G., Clark, S.: Marijuana-produced changes in pain tolerance. Experienced and non-experienced subjects. International Pharmacopsychiatry 10, 177-182 (1975).
  • Morganthau, T. The war over weed. Newsweek February 3 20-27 (1997).
  • Noyes, R. Brunk, S. F., Baram, D, A., Canter, A, C.:Analgesic effect of Delta-9-Tetrahydrocannabinol. The Journal of Clinical Pharmacology 15 139-143 (1975). Petro, D. J.: Marihuana as a therapeutic agent for muscle spasm or spasticity. Psychosomatics 21, 81-85 (1980).
  • Robbe, H. W. J.: Influence of Marijuana on Driving. Institute for Human Research. University of Limburg,Maastricht.
  • Sallan, S. E., Zinberg, N. E., Frei, E.: Antiemetic effect of delta-9-tetrahydrocannabinol in patients receiving cancer chemotherapy. N. Eng. J. Med. 293, 795-797 (1975).
  • Schulze, G. E., McMillan, D. E., Bailey, J. R., Scallet, A., Ali, S. F., Slikker, W. Jr., Paule, M. G.: Acute effects of delta-9-tetrahydrocannabinol in rhesus monkeys as measured by performance in a battery of complex operant tests. J. Pharmacol. Exp. Ther. 245, 178-186 (1988).
  • Schouten, C. W.: Het bedrijfsleven en de drugsproblematiek.Tussen rechtsorde en economische orde. SMO-96-7, Hooiberg, Epe.
  • Tashkin, D. P., Shapiro, B. J., Frank, I. M.: Acute pulmonary physiologic effects of smoked marijuana and oral delta-9-tetrahydrocannabinol in healthy young men. N. Engl. J. Med. 289, 336-341 (1973).
  • Tashkin, D. P., Shapiro, B. J., Lee, Y. E., Harper, C. E.: Effects of smoked marijuana in experimentally induced asthma. Am. Rev. Respir. Dis. 112, 377-386 (1975)
  • Tashkin, D. P., Reiss, S., Shapiro, B. J., Calvarese, B., Olsen, J. L., Lodge, J. W.: Bronchial effects of aerosolized delta-9-tetrahydrocannabinol in healthy and asthmatic subjects. Am. Rev. Respir. Dis. 115, 57-65 (1977).
  • Ungerleider, J. T., Andyrsiak, T., Fairbanks, L., Ellison, G. W., Myers, L. W.: delta-9-tetrahy drocannabinol in the treatment of spasticity associated with multiple sclerosis. Adv. Alcohol Subst. Abuse 7, 39-50 (1987).
  • Venema, F. J.: Wereldproducent van medicinale marihuana. Pharmaceutisch Weekblad 131, 812-814 (1996).
  • Vinciguerra, V., Moore, T., Brennan, E.: Inhalation marijuana as an antiemetic for cancer chemotherapy. NY. State J. Med. 88, 525-527 (1988).
  • Zuardi, A. W., Shirakawa, I., Finkelfarb, E., Karniol, I, G.: Action of cannabidiol on the anxiety and other effects produced by delta-9-THC in normal subjects. Psychopharmacology. 76 245-250 (1982).
  • Zuardi, A. W., Cosme, R. A., Graeff, F. G., Guimaraes, F. S.: Effects of ipsapirone and cannabidiol on human experimental anxiety. Journal of Psychopharmacology 7 82-88 (1993).

EDITORIALES

  • Deglamorising cannabis. The Lancet 346, 1241 (1995)
  • Invloed van genees- en genotmiddelen op de seksuele functies. Geneesmiddelenbulletin 28, 53-56 (1994)
  • Federal foolishness and marijuana. The New England Journal of Medicine 336 366-367 (1997)


http://www.maripharm.nl/




el Cannabis puede elevar el Poder de la Mente, dicen científicos:

Según estudios realizados en ratas, el Cannabis estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales.

El efecto de la droga en los animales de laboratorio fue similar a los del antidepresivo Prozac.
Los canabinoides también alteran el impacto del dolor, la esclerosis y los tumores en humanos.
La cannabis, que ocupa el tercer lugar entre las drogas recreativas después del alcohol y el tabaco, acaba de ganar un inesperado reconocimiento de los científicos, quienes señalaron que puede incrementar el poder de la mente.
Experimentos realizados con ratas, a las que se administró un potente canabinoide, han mostrado que la droga estimula el crecimiento de nuevas células cerebrales. Investigadores canadienses descubrieron que la droga causó que las neuronas se regeneraran en el hipocampo, zona que controla el estado de ánimo y las emociones, después de un mes de tratamiento.
Su efecto fue similar al de la droga antidepresiva Prozac, la cual también estimuló el crecimiento de neuronas en el hipocampo. Las ratas se mostraron menos ansiosas y más dispuestas a comer en un ambiente nuevo, lo cual normalmente les causa temor.
Se ha descubierto que la mayoría de las drogas, como el alcohol, la heroína, la cocaína y la nicotina, destruyen las neuronas del hipocampo, según los investigadores de la Universidad de Saskatchewan, Canadá. "El estudio actual sugiere que los canabinoides son la única droga ilícita que puede promover la neurogénesis del hipocampo adulto después de una administración crónica", escriben en el Journal of Clinical Investigation.

El hallazgo contradice investigaciones anteriores que ponían de relieve los riesgos del uso de la cannabis, entre ellos un grado mayor de sicosis en usuarios vulnerables, y un riesgo más alto de cáncer de pulmón, similar al de los fumadores de tabaco. Los autores recordaron que se sabe que los fumadores consuetudinarios de cannabis sufren de obstrucción aguda de la memoria, así como de síntomas de dependencia y abstinencia.
La nueva investigación sugiere que el tamaño de la dosis puede resultar crucial. Los resultados mostraron que inyecciones regulares de dosis altas, no bajas, del canabinoide artificial HU210 tenían efectos contra la ansiedad y la depresión.
"Estos efectos complicados de dosis altas y bajas y exposición aguda y crónica a los canabinoides puede explicar los resultados aparentemente contradictorios observados en estudios clínicos relativos a los efectos delcanabinoide sobre la ansiedad y la depresión", indicaron los científicos.
El estudio surgió del reciente descubrimiento de que, a diferencia de otras partes del cerebro, el hipocampo puede generar neuronas durante toda la vida de los mamíferos, inclusive los humanos.
La selección natural ha conservado receptores a los canabinoides en animales que han estado separados por la evolución a lo largo de 500 millones de años, lo cual sugiere que tienen una importante función biológica. Al parecer los canabinoides alteran los efectos de dolor, náusea, tumores, esclerosis y otros trastornos tanto en animales como en humanos, refirió el equipo.
El experimento consistió en administrar a las ratas inyecciones regulares de HU210 durante un mes. Al final de este tiempo, los animales hambrientos mostraron muchas menos reticencias a comer en un ambiente nuevo. Normalmente las ratas manifiestan temor a situaciones novedosas.





LO QUE LA CIENCIA Y EL OFICIALISMO OCULTAN, PARTE 1
Drogas legales e ilegales

Por: Carlos M. Contreras, director de la Dirección General de Investigaciones de la Universidad Veracruzana. Investigador del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

Existen varios términos que constituyen una fuente de confusión. El término droga proviene de la palabra anglosajona “drug”, el cual se tradujo tal cual aunque en lengua castellana se emplea y refiere más al término fármaco. Este último se refiere a un compuesto que, una vez introducido al organismo, modifica su función. Esta aclaración en pertinente dado que en nuestro medio el término droga en su significado va desde algo como el adeudo de dinero, hasta sustancias que producen adicción, es decir, son sustancias hacia las cuales la afición de algún individuo por su consumo lo puede llevar a situaciones que ponen en riesgo su “personalidad”.
De nuevo conviene aclarar ciertos elementos. Una persona que padezca artritis reumatoide está entre una circunstancia que lo llevo a consumir diariamente y durante muchos años un determinado fármaco (o droga); en efecto, se genera una dependencia al fármaco pero su consumo no impide su progreso, su desarrollo ni su cuidado personal, por ejemplo. Los casos como éste son abundantes y la diferencia queda establecida  en que la distancia entre el beneficio recibido y el costo, bien puede ser medida en unidades astronómicas.
Desde tiempos inmemoriales el ser humano ha consumido ciertas sustancias, generalmente en rituales y ceremonias de tipo místico. En ellas hubo el común denominador de tratarse de productos naturales, como sería el caso de la “Psylocibes  mexicana” (hongo mágico), la piel de un sapo (Bufus griceus), el Lophophora williamsi (peyote) y muchos otros. Y mas recientemente se extendió el uso de estos compuestos, algunos de ellos incluso sintéticos, cuyo consumo se ha realizado muy por fuera del contexto místico; al contrario, su uso está asociado exclusivamente con fines hedonistas. Tal es el caso de la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), la fenciclidina (PCP ,polvo de ángel) y una muy larga lista de compuestos cuya síntesis se realizó al principio con fines terapéuticos, lo cual no fue logrado dado que se encontraron o ya se conocían otras sustancias más poderosas, con menos efectos colaterales y sin llevar el riesgo de producir deterioro de la calidad de vida de los consumidores. Tal es el caso del LSD, que inicialmente se ensayaba como ocitócico, es decir, para inducir el parto, pero resultó además un alucinógeno sumamente potente.
Existen otros casos que pueden ser considerados especiales. Hacia la zona septentrional de América del Sur desde hace siglos se consume la planta Eriytroxylon coca, cuyo compuesto activo se denomina cocaína. Se trata de un psicotónico y energizante de extraordinaria potencia. De su abuso se tienen casos bien documentados de individuos que han llegado al deterioro de su “personalidad”. Sin embargo, el estudio sistemático de la forma que este compuesto establece sus acciones llevó al conocimiento y a la síntesis de todo un grupo de sustancias de amplio y, diríamos, extraordinario uso y aplicación en medicina: se trata de los anestésicos locales. Seguramente, el lector está recordando su última visita al consultorio dental y vienen a la mente algunos nombres conocidos como lidocaína, procaína y muchos otros análogos de la cocaína.
En el oriente lejano y desde tiempos inmemoriales se consumió libremente el Papaver somniferum (amapola), cuya goma se denominó opio y de la cual se extrae la morfina. Indiscutiblemente se trata de un fármaco con enorme potencial de abuso y dependencia. Ya en el primer tercio del siglo XX se sintetizó la diacetilmorfina (heroína). Se dio así una situación doble, tratándose de sustancias que, como ya se dijo, tienen gran potencial para producir dependencia y se trata de los mejores analgésicos conocidos. La heroína fue llamada así por su capacidad para reducir de manera “heroica” el dolor, ya que no se trata de analgésicos per se: lo que producen es indiferencia al dolor. Ambos casos, cocaína y morfina, representan ejemplos de fármacos con poderosas acciones de uso terapéutico pero también con una gran capacidad para generar adicción y farmacodependencia.
El caso de la Cannabis sativa (mariguana) es un tema en debate en varios parlamentos del mundo. Su consumo es notablemente elevado, preferentemente entre jóvenes, sin diferencias de género. Mucho se ha discutido el caso de que produzca adicción verdadera, tomando en cuenta que un aspecto importante para considerar farmacodependencia está representada por la presencia de un “síndrome de abstinencia”, el cual constituye una serie de signos y síntomas que pueden poner en peligro la vida del consumidor. Tómese por caso el Delirium tremens o las alucinaciones del alcohólico; o el bien documentado caso del dramático síndrome de abstinencia a los opiáceos. Incluso la suspensión del tabaco producen un discreto pero importante síndrome de abstinencia.
Estas observaciones y suposiciones, aunadas al hecho de que la mariguana tiene acciones notables en el organismo que van desde la disminución de la presión intraocular, aumento de la frecuencia cardíaca, aumento del apetito, pérdida del sentido del tiempo, efectos aunados a una sensación de bienestar y de empatía aumentada, han hecho que algunos países legalicen su uso con fines terapéuticos…
Se conoce del inmenso atractivo de lo prohibido. Siempre se pone como ejemplo el inusitadamente elevado consumo de alcohol en la región al norte del río Bravo, durante la depresión económica de 1929. El relato histórico es confuso; aparentemente el mayor problema existió en estados norteños, y estuvo ligado a los llamados “alegres veinte”, en un período crítico entre dos guerras y en regiones en las que desde antes existían grupos poderosos con capacidad para manejar los mercados. El caso es que la historia reza que cuando se permitió el consumo libre de bebidas alcohólicas, se logró la disminución del abuso.
Por cuanto toca al aspecto legal o ilegal de una droga, ya se mencionó el caso de los analgésicos que ingiere de por vida quien sufre de artritis reumatoide. A nadie se le ocurriría pensar que al ser fármacos que producen adicción se les tratara como drogas ilegales. Digamos que las drogas legales, el alcohol y la nicotina que han sido aceptadas desde hace siglos en cuanto a su uso, aunque actualmente la nicotina comienza a ser severamente cuestionada. (ha matado muchas más personas que cualquier droga alucinógena, que por naturaleza son nada tóxicas).
La libertad es un derecho universal, no está escrita en una ley o una norma. La libertad es,  por sí misma, la madre de todas las reglas.

Bibliografía: Revista “Universidad de México: en el margen de las drogas”, #630-631, diciembre de 2003, “Drogas legales e ilegales”, pgs. 28-31.



Extracto del libro "La cuestión del Cáñamo"

Por: Antonio Escohotado, editorial Anagrama

HOLANDA

Forzada por la intolerancia de sus colegas europeos, y por la del gigante norteamericano ante todo, este país mantiene un sistema no libre de hipocresía (autorizar la venta, pero no su abastecimiento) que, a su juicio, y a la vista de todos, funciona satisfactoriamente. Si bien la ley holandesa prohíbe importar hachís y cultivar industrialmente marihuana, en 1992 unas mil quinientas cafeterías (coffee-shops) distribuidas por todo el país vendían ambas cosas a cualquier persona mayor de 16 años, edad prevista por la ley para vender bebidas alcohólicas. Tanto o hasta quizá mayor movimiento económico producen hoy  tiendas especializadas, que distribuyen literatura, accesorios para fumar, instrumental moderno de cultivo y semilla. Algunos coffee shops ofrecen al cliente el deleite adicional de ver crecer allí el formidable cáñamo hidropónico –en densos macizos que se llaman mar de verdor (sea of green)-, un espectáculo digno del mejor jardín botánico.
Estas actividades pagan impuestos formales, produciendo fondos más que sobrados para paliar el abuso de otras drogas. Holanda mantiene la mejor red asistencial del mundo para alcohólicos y otros toxicómano, que proporciona asesoramiento y cuidados gratuitos al 90 % de ellos, algo sin paralelo siquiera remoto en los demás países. Uno de esos frutos es la convergencia más baja del planeta entre sida y uso de heroína, muy inferior a la española o a la francesa ,inferior igualmente a la de Sudamérica y 10 veces inferior a la de Estados Unidos, donde la mera posesión de una aguja o jeringuilla constituye delito. Holanda es también el país europeo con menos adictos.
Por otra parte, la venta legal de hachís importado y marihuana cultivada en Holanda no ha multiplicado el número de usuarios, que se mantiene relativamente estable desde hace década y media.  A finales de los años ochenta, una encuesta cifró los usuarios nativos habituales en unos 300.000 (menos del 2% de la población), cosa notable teniendo en cuenta que España y otros varios miembros de la Unión Europea superan muy largamente este porcentaje. El 75%de la población adulta no ha probado aún esta droga, aunque sólo en Amsterdam la vendan más de trescientas cafeterías, y el servicio telefónico Vlow-home lo ofrezca a domicilio en varias ciudades.
¿Increíble? ¿Intolerable? ¿Estimulante? Las razones básicas de esa moderación con el cáñamo derivan del cáñamo mismo, del prestigio alcanzado por otras drogas, tanto nuevas como antiguas, y de faltar aquella fascinación que se liga a lo prohibido. A nivel mercantil, esa mesura del nativo la compensan los turistas de la UE, atraídos por productos mejores al mismo precio. Pero el turismo cannábico ultraja a la narcoburocracia de Naciones Unidas y la UE, no a los ayuntamientos holandeses, que siguen sin percibir el más mínimo problema de orden o salud pública derivado de su permisividad.
Para ser más precisos, los responsables de salud y orden allí conocen bien el cáñamo desde hace más de treinta años, ya que el movimiento provo se adelantó incluso al de los hippies. Por eso mismo prefieren el cáñamo a prácticamente todas las demás drogas psicoactivas, legales e ilegales; su móvil no es ideológico sino empírico: la ebriedad cannábica resulta mucho menos tóxica, incapacitante o adictiva que la ebriedad apoyada sobre el tabaco, alcoholes, estimulantes, tranquilizantes o analgésicos. ¿Qué sentido tendría criminalizarla, salvo promover alternativas más dañinas?
Ésa fue la conclusión de dos estudios oficiales –el informe Hulsman (1971) y el informe Baan 1972)-, que coincidieron en considerar al cáñamo como “riesgo aceptable” o “droga blanda”, considerando que sus efectos sobre el usuario dependen del medio en el que se ofrece vende y consume. En claro contraste con países como Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, que esos años sufragaron investigaciones análogas, cuyo resultado coincidiría con las propuestas de Hulsman y Baan, el gobierno holandés no tiró a la papelera los informes, sino que aceptó sus conclusiones.
El origen del actual coffee-shop fueron los llamados House Dealers (traficantes de local), que los grandes centros de reunión –Paradiso, Melkweg, etc.- establecieron ya desde finales de los años sesenta, no a fin de que los propietarios se lucrasen sino fundamentalmente para prevenir la adulteración del cáñamo. La dirección de esos lugares confiaba al house dealer el encargo de vender hachís y marihuana, y aunque al comienzo algunos fueron procesados, tanto el fiscal general como la población comprendieron que este sistema evitaba en gran medida la venta callejera, aseguraba niveles altos de calidad y mantenía una contraoferta frente a las drogas llamadas duras.
Ya en 1973 (cuando estalla la primera crisis del petróleo) el gobierno holandés se mostró favorable a una completa legalización del cáñamo, criterio que hubiera sido propuesto al Legislativo –y sin duda aprobado- de no mediar la presión norteamericana. Aunque fuesen minoría, los ministros de asuntos exteriores y economía se ocuparon de aclarar a sus colegas de gabinete que esa medida produciría un fulminante aislamiento. Mucho más tarde, durante el verano de 1995, mientras acudía a celebrar una ronda de conversaciones bilaterales , el premier holandés descubrió que Clinton delegaba en otros negociar todos los puntos de la agenda prevista, por material falta de tiempo, pero sí tenía tiempo (y de sobra) para intentar convencerle de que cerrase los coffee shops.
La fuerte presión exterior, secundada a nivel interno por los demócratas-cristianos, suscitó en 1993 un debate parlamentario de alto nivel técnico, que acabó decidiendo sostener la política seguida hasta entonces “por sus resultados”. Con el mayor puerto comercial del planeta (Rotterdam), y siendo una nación venerada por la contracultura desde los años sesenta, no es poco mantener a la vez los más bajos niveles del mundo desarrollado en lo referente a sobredosis , adictos y violencia relacionada con las drogas. Puesto que esa paz se combina con una oferta subterránea de todas las sustancias ilegales –heroína, opio, cocaína, LSD, psilocibina, éxtasis, metanfetamina, etc.-, allí mucho más puras por término medio, Holanda resulta un ejemplo muy incómodo para el cruzado farmacológico.
Desde finales del siglo pasado, cuando se promulga el Drankwet de 1881 (a fin de regular la venta de licores, y organizar una atención pública para los alcohólicos), la norma del país en esta materia es reducir al mínimo los efectos estigmatizadores, tratando de normalizar la posición social de adictos y meros usuarios. Como expuso Erik Fromberg, directos del Instituto Holandés para alcohol y Otras drogas:

“La política seguida en Holanda es simplemente un aspecto de nuestra cultura, una perspectiva no moralista que se complementa con la separación entre Iglesia y Estado, el respeto por las minorías y mucho pragmatismo. Nuestra política sobre drgoas es consecuencia lógica de esa cultura, al igual que nuestra política sobre eutanasia, aborto, actos o productos eróticos, antisegregación, ayuda al desarrollo en el Tercer Mundo, presencia de homosexuales en el ejército, etc.”

Los portavoces de la policía holandesa afirman que incluir al cáñamo en la Prohibición fue un error histórico, y reclaman que su cultivo, manufactura y distribución siga una normativa análoga  a la vigente  para bebidas alcohólicas.
Indiscutiblemente  , el sistema holandés es la red asistencial, informativa y educativa más completa del mundo para quienes usan y abusan de las drogas. Una de las instituciones más útiles es la agencia llamada Safer House, que analiza gratuitamente cualquier muestra de droga callejera, y añade información precisa sobre efectos primarios y secundarios; su gestión se completa con pequeños laboratorios ambulantes, que suelen montarse a la entrada de las discotecas donde se detecta un alto consumo de éxtasis y análogos suyos.
Los demás sistemas vigentes en el mundo (apoyados sobre distintos grados de estigmatización y criminalización), ni asisten ni informan ni educan; propagandeando la ignorancia alarmista, sencillamente alimentan un mercado negro de productos cada vez más impuros y abundantes, cuyo tráfico acaba apoyándose en los propios estamentos encargados de reprimirlo. Por los 175 yonquis que en 1991 aparecieron muertos con una jeringuilla clavada en la ciudad de Frankfurt, toda Holanda produjo 42. Por cada adicto holandés hay al menos dos en otros países europeos. Pero dichos logros dependen en más de un aspecto de la política que el país mantiene sobre el cáñamo.
La nederwiet o hierba holandesa, que suel venderse como variedad “skunk” en las cafeterías, se considera desde 1992 la cuarta o quinta cosecha nacional. Parte de tales rentas se canaliza hacia la red que atiende a alcohólicos y otros adictos con cuidados hospitalarios y ambulatorios, asesoramiento psiquiátrico, capacitación profesional, oficina de empleo y libre elección entre varios tratamientos, incluida la terapia de mantenimiento en metadona. Pero no se trata sólo de que el cáñamo produce fondos y empleo para miles de familias, sino de que la normalización legal de su consumo ofrece una alternativa al maniqueo “drogas no”, abriendo la mano con una sustancia para distinguirla de otras. Dicha salvedad sugiere al ciudadano que distinga y evalúe por sí mismo, y esta apelación al sentido crítico indivudal fundamenta su inusual grado de cordura en materia farmacológica.


Conocimiento, Drogas, Insipración
(extracto de un ensayo de Corriente Alterna, publicado en 1967)
por: Octavio Paz

Una de las pretensiones más irritantes de la poesía moderna es la de presentarse como una visión, esto es, como un conocimiento de realidades ocultas, invisibles. Se dirá que lo mismo han hecho los poetas de todos los tiempos y lugares. Pero Homero, Virgilio o Dante aseguran que se trata de una revelación que viene del exterior: un dios o un demonio habla por su boca.. Hasta Góngora finge creer en este poder sobrenatural: "Cuantos me dictó versos dulce Musa..."El poeta moderno declara que habla en nombre propio: sus visiones las saca de si mismo. No deja de ser turbador que la desaparición de las potencias divinas coincida con la aparición de las drogas como donadoras de la visión poética. El demonio familiar, la Musa o el espíritu divino ceden el sitio al láudano, al opio, al hachís y, más recientemente a dos drogas mexicanas: el peyote (mezcalina) y los hongos alucinógenos.. La antigüedad conoció muchas drogas y las utilizó con fines de contemplación, revelación y éxtasis. El nombre original de los hongos sagrados de México es Teonanácatl, que quiere decir "carne de dios, hongo divino". Los indios americanos y muchos pueblos de Oriente y África aún emplean las drogas con fin religioso. Yo mismo, en India, en una fiesta religiosa, tuve la oportunidad de probar una variedad del hachís llamada Bhang; todos los concurrentes, sin excluir a los niño, comieron o bebieron esta sustancia. La diferencia es la siguiente: para los creyentes estas prácticas constituyen un rito; para algunos poetas modernos y para muchos investigadores, una experiencia.
Una breve consideración sobre el sentido de esta página

Para poder hablar, conocer, y tener cada uno su punto de vista y juzgar por su cuenta a raíz de un conocimiento honesto, directo y empírico que se intenta transmitir en esta página, espero que sirva esta entrada del blog para aquellos que creen en la mentira de prohibición de las drogas y en el "daño" que causan, y para aquellos que si creen, también. Cada día vemos con el miedo, el asco y la incredulidad que la gente "culta" y "sana" tiene hacia sustancias que nunca deberían haber sido ilegales, como lol debería ser el alcohol, el cigarrillo, las armas, los automóviles, que matan a miles de personas al año.
Este es un espacio abierto y tolerante.Crítico hacia un sistema que nos ha mentido y no has ocultado los hechos tal cual son, maquillándolos siempre para fines puramente egoístas, políticos y religiosos, es decir, de control. La educación no se ha interesado por la cultura y el conocimiento, el cultivo espiritual de la persona ni su autonomía y libertad.
Lo ha convertido en un esclavo más del sistema capitalista, con todas sus necesidades y ansias correspondientes. Lo ha hecho un hombre de ciencia, de razón, un autómata, un engranaje, un enajenado de su ambiente y su existencia.Creo que en este blog se intentará cambiar ese concepto y cambiarse a uno mismo, conociendo lo que quiera conocer, sin cerrarse a dogmas, pero sí manteniendo una postura crítica constantemente y constructiva.
Sabemos por hoy que el consumo de ciertas "drogas ilegales" sigue siendo un tabú, un miedo, y se mantiene una postura de seguridad y conocimiento hacia estos temas que deberían ser legales si se conociera el beneficio que se puede obtener del conocimiento y el uso de estas mágicas sustancias que han existido por cierto desde hace miles de años y han sido utilizadas como herramientas para cura enfermedades y mantener estable la salud mental del individuo y la salud social del pueblo.















No hay comentarios:

Publicar un comentario